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La naturaleza, la mejor maestra en la primera infancia (I)
LOS PASEOS
Primera parte de una serie de artículos sobre la influencia de la naturaleza en el desarrollo infantil
Las metodologías de la educación social o activa se diferencian en ciertos aspectos. Sin embargo, tienen por lo menos dos denominadores en común: por un lado el profundo respeto hacia cada niño, reconociendo la diferencia y las capacidades particulares de cada ser creciente.
Por otro lado, todos los métodos reconocen la importancia que tiene la naturaleza en el desarrollo de la primera etapa infantil.
Seguramente os habéis fijado que todos los elementos naturales tienen una atracción casi magnética en vuestros hijos. De esto nos damos cuenta en los paseos que hacemos, que no se suele avanzar muy rápido en primer lugar ya que todo parece interesante. Y las piedras y las hojas que recogen en el camino van llenando las bolsas de nuestros abrigos.
Por la noche, al quitarme el abrigo, sentía a menudo estos bolsillos abultaos, tan llenos de piedras de diferentes tamaños, diferentes superficies, diferentes colores. ¿Cuándo ha sido la última vez que sentimos unas piedras o unas hojas de manera consciente en nuestras manos? Realmente, -a lo que quiero llegar- es que nuestros hijos nos dan la oportunidad – de mil maneras – de volver a abrirse en los sentimientos a las cosas que nos rodean.
Sobre todo, la naturaleza da tantas formas, tantas sensaciones de tacto. En uno de los grupos de apoyo a la maternidad que imparto, una mama me comentó que se imaginaba a su hijo como si hubiera llegado – después de montarse en una nave, haber sido lanzado al espacio... - recientemente a un nuevo planeta sin descubrir.
Estaríamos maravillados de encontrarnos con todo lo que hay allí, sorprendidos cada segundo paso de las maravillas que nos vamos encontrando. ¿Y los padres que llevamos al final ya tiempo en el planeta? Claro, ya lo “conocemos” todo.
¿Es así?
¿Lo conocemos todo?
Es cierto, cuando algo es novedoso, nos llama más la atención, luego, cuando ya lo tenemos, no nos fijamos ya tanto.
Aun así, las cosas siguen siendo bellas, maravillosas. Esto nos lo enseñan nuestros hijos.
Nosotros, en estos paseos, solemos tener prisa, ¿verdad? Porque tenemos un plan, tenemos compromisos, hay una trayectoria... y senos acaba muchas veces la paciencia al ver que tenemos que pararnos cada segundo paso porque de nuevo, nuestro hijo/nuestra hija ha descubierto algo.
¿Y si nos paráramos también?
Todos estamos de acuerdo que vivimos una vida acelerada. Sufrimos estrés. Tristeza incluso por no “llegar” a todas las cosas. Sobre todo, nuestra exigencia de ser buenos padres, darles todo lo que necesitan, nos pesa y añade a que los paseos a veces no sean ligeros sino más bien pesados.
Aprovechemos estos momentos. Tanto para nuestros hijos como para nosotros. Volvamos a recuperar este sentido del tacto para las hojas, la madera, disfrutémoslo.
La naturaleza alberga todo el conocimiento del mundo. ¿Sabíais que los cuadernos que Leonardo da Vinci llevaba consigo a todas partes, en sus paseos, están llenas de notas y dibujos que se basan en sus observaciones del medio natural y su análisis posterior? También sus dibujos se basaban en un conocimiento exhaustivo: en la observación de la naturaleza, los gestos, el movimiento. ¿Que hacen los niños, observando y sintiendo la superficie de una hoja? No hacen nada distinto. Son exploradores, científicos, quieren entender y llegar a la esencia de las cosas que les rodean. Al igual que los científicos que están analizando ahora el sistema de almacenaje de las hormigas porque los seres humanos no somos capaces de idear un almacenaje tan perfecto. Hay tanta sabiduría en el mundo exterior que por favor, no cerremos ni nuestro sentimientos ni nuestros sentidos a él. Y dejemos que nuestros hijos lo perciban y lo disfruten.
Dejémosles a nuestros hijos esta oportunidad; tienen una motivación intrínseca que les lleva a sentir esta conexión profunda con la naturaleza. Y que les brinda a la vez nuevos descubrimientos, mucho más de lo que nos imaginamos en estos instantes. Tenemos que concienciarnos de nuevo de que el contacto con la naturaleza para los niños es primordial, en muchos sentidos.
En mi próximo post, os reflejo el análisis de Richard Louv que nos llama a salvar a nuestros hijos del trastorno por déficit de la naturaleza, dándonos a conocer todos los efectos positivos que se ha mostrado que tiene la naturaleza en el ser humano y como crea las bases de desarrollo en la infancia.