Fotograma de Captain Fantastic (Matt Ross, 2016).

Por Roberto R. Aramayo, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)

En la entrañable película Captain fantastic, Matt Ross nos propone una sugestiva reflexión sobre nuestros modelos educativos, extremadamente condicionados por un mercado laboral tan volátil como precario y el creciente impacto de las nuevas tecnologías.

La película plantea la existencia de enseñanzas que sólo se pueden transmitir dentro del entorno familiar y en contacto con la naturaleza, dos ámbitos que no pueden verse cabalmente sustituidos por sucedáneos cibernéticos.

Esta reflexión cobra una renovada importancia tras una pandemia que cerró las escuelas e hizo seguir los cursos telemáticamente desde casa, en el ámbito doméstico. Los absorbentes trabajos que suelen impedir la conciliación familiar han transferido el núcleo del proceso educativo a las instituciones, mermando la contribución del entorno familiar.

Los reyes filósofos de la República platónica

El cineasta es al mismo tiempo el autor del guión, y este se nutre de su propia experiencia personal en un doble sentido, retrospectivo y prospectivo. Por una parte, se crió bajo la tutela de una madre hippie cuando este movimiento vivía sus años dorados. Pero al mismo tiempo, Ross confiesa que su película refleja también cómo le hubiera gustado educar a sus propios hijos.

A través de una carta, la mujer del protagonista afirma haberse inspirado en La República de Platón, para educar a sus hijos con arreglo al ideal platónico de los reyes filósofos. Aquí Ross coincide con Rousseau, el autor del primer tratado moderno sobre la educación y que nos pregunta en su Emilio:

¿Queréis haceros una idea de la educación pública? Leed la República de Platón, que no es en absoluto una obra de política, sino el más hermoso tratado de educación que jamás haya existido.

Tráiler de la película ‘Captain fantastic" (Matt Ross, 2016).

Educación y libertad

Fascinado por su lectura del Emilio, Kant escribe que, a su juicio:

El principal empeño de Rousseau es que la educación sea libre y forme seres humanos libres.

La educación se revela como el gran caballo de batalla para unos ilustrados que quieren cambiar la sociedad insuflando espíritu crítico y capacidad reflexiva en los ciudadanos. El problema es que los educadores deben a su vez formarse convenientemente para realizar esa delicada labor.

Es muy posible que Rousseau, quien dicho sea de paso fue autodidacta, escribiera su Emilio, o de la educación, para demostrarse a sí mismo que hubiera podido ser un magnífico padre, de no haber entregado a sus cinco hijos a la inclusa. Sin embargo, su tratado pedagógico supone un hito fundamental en la historia de las ideas, entre otras cosas por el gran influjo ejercido sobre Kant, quien por cierto consagró su carrera profesional a la enseñanza universitaria; mientras que por su parte Rousseau ofició como preceptor privado de varias familias.

Avivar el ingenio

Capitán fantástico fue galardonada en distintos festivales, en los que cosechó el favor del público y también se premió su portentosa puesta en escena. El eficaz reparto está encabezado por un Viggo Mortensen que nos regala una de sus mejores actuaciones. Pero también dejan huella unos excelentes diálogos, los cuales dan mucho que pensar, además de arrancarnos una sonrisa por su simpático ingenio.

Esos diálogos van desgranándolos las hijas del protagonista, que siempre deben dar su propio punto de vista, sin limitarse a recitar algo de memoria o glosar un argumento. Si se salta el cronograma de lecturas y se lee antes de lo programado Lolita, se aplaude la iniciativa, tras comprobar que se hace con harto provecho. Las preguntas que suelen resultar incómodas relativas al sexo por parte de la más pequeña se responden con todo detalle, al igual que cuanto atañe a la muerte.

Más allá de los estereotipos

Ross desmonta nuestros estereotipos educativos, confrontando la enseñanza institucional con otra no reglada que prima unos valores mucho más funcionales. Los hijos del protagonista no van a la escuela, pero su padre atiende a su educación combinando el ejercicio físico y las lecturas que pueden convenir a su edad, sin dejar de imbuirles cultura musical y proporcionarles una visión crítica sobre todas las cosas.

Les muestra cómo sobrevivir en una zona boscosa, enseñándoles a cazar para poder alimentarse y les adiestra deportivamente, como si fueran a competir en escalada o natación. De su madre heredan el gusto por escuchar la música de Bach. Los libros que leen deben saber enjuiciarlos y no sólo glosarlos. Cuando uno muestra una discrepancia puede presentar sus argumentos para convencer a los demás, bien dispuestos a mudar de opinión si el discrepante minoritario logra persuadirlos.

Acicates para cambiar las cosas

En lugar de celebrar la navidad, festejan el nacimiento de Noam Chomsky, el pensador norteamericano partidario del socialismo libertario, del que conocen sus obras y saben citarlas cuando resulta oportuno, para recordarse que cabe cambiar el mundo a mejor si uno cree que puede intentarlo: “Si asumes que no hay esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto hacia la libertad, entonces aún hay posibilidades de cambiar las cosas” –declama la benjamina, citando a Chomsky.

Los hijos eligen quedarse con su padre y abandonar la confortable residencia de sus acomodados abuelos, desde donde hubieran podido ir a los mejores colegios. El primogénito, tras lograr ser admitido en las mejores universidades norteamericanas, decide finalmente recorrer mundo por su cuenta, para conocer otros paisajes geográficos y humanos, porque su padre le marcado una educación de sesgo cosmopolita, siguiendo una vez más el criterio kantiano.

Pensar por cuenta propia

Aprender a pensar por cuenta propia y rehuir los prejuicios es lo que Kant puso como divisa del movimiento ilustrado. Capitán fantástico nos recuerda cosas tan elementales como esa, en unos tiempos donde las nuevas tecnologías tutelan gracias a nuestro concurso buena parte de nuestras preferencias y decisiones.

Las instituciones educativas públicas precisan recuperar su socavado prestigio y un significativo incremento presupuestario, además de un pacto estable que no genere leyes educativas cada poco tiempo. Los medios de comunicación deben revisar sus códigos deontológicos y cobrar conciencia del papel que juega su pedagogía social en tiempos de la infodemia.

También habría que poner coto a la circulación de informaciones tóxicas por las redes. Debería crearse una gran agencia internacional que supervisará ese tráfico, estableciendo algunos códigos, como los hay en la circulación viaria, porque no podemos circular por las carreteras a cualquier velocidad y sin respetar unas reglas, al correr el riesgo de atropellar a los demás o provocar accidentes.

Civilización y naturaleza

Matt Ross nos confronta una vez más con la colisión entre civilización y naturaleza, planteándonos una curiosa utopía educativa, en la que una pareja decide aislarse para educar a sus hijos de otro modo, cultivándoles con todo tipo de lecturas extremadamente bien elegidas, al tiempo que les aleja de la televisión y los numerosos dispositivos electrónicos que tanto condicionan nuestras costumbres cotidianas.

Aunque no deja de apuntarse que les falta relacionarse con los demás, auténtico talón de Aquiles del relato utópico que nos plantea esta película. Pero las utopías no están para cumplirse, sino para dar que pensar y contribuir a cambiar las cosas. En cualquier caso el artífice de Capitán fantástico viene a suscribir este aserto kantiano:

La educación de Rousseau es la única fórmula para restablecer el florecimiento de la sociedad civil. Pues allí donde la opulencia se incrementa sin tasa, dando lugar a la indigencia, la opresión y el menosprecio, e incluso la guerra, nada pueden hacer las leyes por cambiar las cosas.The Conversation

Roberto R. Aramayo, Profesor de Investigación IFS-CSIC (GI TcP Etica, Epistemología y Sociedad). Historiador de las ideas morales y políticas. Proyectos PAIDESOC (FFI2017-82535), BIFISO (PIE-CSIC-CIV19-027), ON-TRUST CM (HUM5699) y PRECARITYLAB (PID2019-10), Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)

Artículo publicado originalmente en The Conversation. Leer el original.