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Un día en un proyecto Montessori de primaria
Aunque su pedagogía suele asociarse a educación infantil, Maria Montessori concibió también cómo debía ser la etapa de primaria, a la que denominó Taller. Al igual que en infantil, conviven en el ambiente preparado niños de diferentes edades, que pueden elegir libremente las actividades a las que dedican su tiempo, por lo que llama la atención la tranquilidad que se respira en el aula. Esta etapa, sin embargo, cuenta también con características propias, puesto que los niños se encuentran en un momento de desarrollo diferente. Para entender mejor en qué consisten, compartimos aquí la experiencia de pasar un día con un grupo de niños de Taller I de Aiurri Montessori (Vitoria - Gasteiz).
9:00 - 9:15 Entrada
A las nueve, los niños comienzan a llegar a la escuela. En Aiurri se habla euskera, castellano e inglés, por lo que las guías les reciben alternando distintos saludos Kaixo!, Hola!, Good morning! Casi sin darse cuenta, los alumnos se van familiarizando con las tres lenguas.
9:15 - 10:45 Trabajo
Al entrar en el aula, los niños eligen qué actividad realizarán. Mikel (9 años) y Biel (8) deciden continuar trabajando en el juego de sumas y restas que se han inventado. Biel escribe las reglas, mientras que Mikel dibuja el tablero. El dado lo hacen con plastilina. Mientras tanto, Alba (6 años) recorta una máscara y Unai (7) lee un libro sobre dinosaurios. Alba pregunta qué es un arlequín; Unai le dice que es un payaso, "pero antiguo" añade Mikel. En el grupo de Taller I hay niños de diferentes edades (equivale a 1º-3º de primaria) de forma que los mayores, al ayudar a los pequeños, afianzan sus conocimientos, mientras que los pequeños están encantados de aprender de los mayores, a los que toman como modelos.
Cuando acaban el juego, Mikel propone hacer divisiones. Colocan todo en su sitio y sacan el material. Biel quiere dividir números cada vez más grandes, hasta que Mikel le hace ver que se ha confundido. Entre los dos llegan al resultado. Cuatro ojos ven más que dos.
Después de unas cuantas divisiones más, les surge una duda que no pueden resolver por si mismos, así que piden ayuda a Iosune, la guía. Alba se acerca a ver lo que hacen con curiosidad.
Alba está muy interesada por los mapas. Coge una alfombra, la extiende en el suelo y comienza a unir las tarjetas con las siluetas de los continentes con sus respectivos nombres. Aunque la etapa de Taller cuenta con materiales específicos, se pueden seguir utilizando materiales de infantil cuando se necesita acabar de consolidar algunos conocimientos o competencias, o cuando el alumno ha comenzado a ir a una escuela Montessori ya en primaria.
Cuando acaba, Iosune le propone hacerle la presentación de los océanos, a la que también se une Unai. La presentación no se limita a mostrar dónde se encuentra cada océano, sino que se añaden observaciones relacionadas con la historia (como que fue Magallanes el primer navegante en llegar del Atlántico al Pacífico), la mitología (la relación entre Atlántico y Atlas, las columnas de Hércules que flanquean el estrecho de Gibraltar...) o la ecología (¿por qué están tan contaminados hoy los mares?). Los niños pueden luego usar el material presentado siempre que quieran, preguntando a la guía si tienen dudas.
Frente a la parcelación que implican las asignaturas, el currículum Montessori para primaria se divide en diferentes áreas interrelacionadas entre sí, que buscan ofrecer una visión global que de respuesta a las preguntas que surgen en este momento ¿quién soy yo? ¿qué es el universo? ¿qué lugar ocupo en él? Si en la etapa de infantil los pequeños estaban interesados sobre todo en su entorno inmediato -que querían ver, tocar y hasta saborear- a partir de los seis años se produce un cambio importante. Su mente ya es capaz de comprender conceptos abstractos y siente un gran apetito por el saber, por comprender el universo y el mundo de la cultura.
Montessori defendía que del mismo modo que los niños pequeños no pueden parar quietos, porque necesitan coordinar sus movimientos, el intelecto de los mayores, que se encuentra en fase de construcción, también necesita indagar en todo lo que ve. Si lo que hacemos es transmitir al niño solo unos pocos datos a memorizar, obligándole mediante la coacción, este interés se perderá. En cambio, si presentamos ante el niño el universo de la forma adecuada, su interés inicial se convertirá en verdadera admiración. El interés por un tema le llevará a interesarse por otros, puesto que cada cosa está relacionada con las demás. Al comprender que él también ocupa un lugar en ese universo en que todo está interconectado, surge un sentimiento de gratitud y responsabilidad. De las generaciones que nos precedieron hemos heredado el mundo actual; nuestras acciones, individuales y colectivas, configurarán el mundo que dejaremos a quienes nos sucedan. Montessori desarrolló esta idea de la Educación Cósmica a partir de padecer el exilio y la guerra: sólo una educación que nos haga más conscientes supondrá una verdadera educación para la paz.
10:45 - 11:00 Almuerzo
A eso de las once menos cuarto, la guía va avisando de que es la hora del hamaiketako (almuerzo). Los niños ponen la mesa y comparten fruta, tortitas y unas risas.
11:00 - 12:00 Trabajo
Tras recoger el almuerzo, la actividad prosigue en el ambiente preparado. Alba decide trabajar con el cubo del trinomio. Lo que ahora ven como un juego supone una preparación que les permitirá comprender posteriormente una fórmula matemática compleja.
Mientras tanto, Mikel juega con plastilina y Unai ojea un libro en inglés. Iosune hace a Biel la presentación de los ángulos. Comienza por contar lo aficionados que eran los babilonios a estudiar los astros. En aquel tiempo no había contaminación y cada noche se admiraban con el cielo estrellado. A partir de sus observaciones, concluyeron que cada 360 días la posición de los astros en el cielo era la misma -sí, para no disponer de instrumentos de aumento, acertaron bastante, aunque pensaban que el cielo era una esfera que daba vueltas a nuestro alrededor. En Babilonia, la astronomía, las matemáticas y la religión se encontraban íntimamente relacionadas: dividieron la circunferencia en 360 arcos iguales a las que llamaron grados. Cada grado correspondía a un dios y les permitía saber en que momento del año se encontraban. Iosune observa también que su sistema de numeración era sexagesimal, es decir, que tenía como base el 60. "¡El nuestro no, el nuestro es decimal!" -responde Biel.
Después de contar a Biel de donde vienen los ángulos, Iosune explica a Biel como se miden y cuál es la diferencia entre un ángulo recto, agudo, llano y obtuso.
12:00 - 12:30 Patio
El juego libre es una necesidad para los niños que va más allá de la etapa de infantil. En el patio de Aiurri hay árboles y material no estructurado, como troncos y ruedas con los que inventan construcciones o miden sus fuerzas.
Hoy ha nevado y hace mucho frío, así que toca ponerse ropa impermeable y botas de agua antes de salir afuera. Niñas y niños de diferentes edades comparten juegos. Mientras unos hacen un muñeco de nieve o se tiran bolas, Biel arrastra a Unai en el trineo.
12:30 - 14:00 Comida
Todos los niños de la escuela comen juntos, rotando de mesa cada día para poder conocerse entre todos. Iare explica que a ella no le gusta el puré; Peru le responde que a él sí, pero con quesito. Luego cuenta que ha estado en un museo donde había huesos de dinosaurios. Un vaso rueda por la mesa y está a punto de caerse. Iare explica que cuando un vaso se cae, se rompe. "Sí, ¡CRASH!", dice Peru. Biel muestra a Iare como cortar el pescado.
Según van acabando de comer, los niños tienen un tiempo para descansar o volver a salir al patio. Hoy deciden quedarse jugando en la sala polivalente. Biel y Ramón, que están jugando a perseguirse, se chocan. Biel pide a Ramón que tenga más cuidado.
Al volver a clase, Biel y Mikel continúan trabajando en una maqueta del foro romano a la que llevan semanas dedicados. En un libro observan cómo son los edificios. De lo que más orgullosos están es del Coliseo con sus gladiadores. Alba y Unai leen un cuento juntos.
15:15 - 15:30 Despedida
La guía avisa de que se acerca la hora de la salida. Los niños recogen los materiales y escriben en sus diarios qué han hecho hoy. Después barren el aula y lo dejan todo en orden. En Montessori no hay deberes ni exámenes, así que podrán dedicar la tarde a jugar, leer, realizar actividades extraescolares... Mañana, cuando regresen, podrán seguir aprendiendo a su ritmo, sin presiones ni juicios. Sin que nada obstaculice su curiosidad inagotable.
Muchísimas gracias a los niños de Taller I, a sus familias y al equipo de Aiurri Montessori por permitirme compartir un día con ellos... Eskerrik asko!