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This content is only available in Spanish. You can read its automatic translation by clicking here.¿Qué preguntar en las jornadas de puertas abiertas?
De nuevo están aquí las jornadas de puertas abiertas de las escuelas, una buena ocasión para poder conocerlas un poco mejor y poder aclarar dudas. Como a veces es difícil acordarse de todos los temas importantes, aquí te dejamos una lista de preguntas para hacer y algunas cuestiones a considerar a la hora de elegir proyecto educativo.
Están a punto de comenzar los periodos de matriculación de las escuelas y es normal que te asalten mucha dudas. Elegir colegio no es tarea fácil. En un mundo ideal, tus peques irían al de al lado de casa. En principio, es la mejor opción: ahorras tiempo y gasolina y tendréis a los amigos en el barrio. Muchas familias tienen la suerte de tener cerca un proyecto con el que sintonizan y en el que además hay plazas libres. Si eres una de ellas, ¡enhorabuena!...Y para las que no, ¡ánimo! El colegio ideal no existe, pero aquí te dejamos una serie de consejos y de preguntas para realizar en las jornadas de puertas abiertas (y sobre todo, sobre las que reflexionar tú), para ayudarte a tomar la decisión.
En el caso de peques que van por primera vez a la escuela, ¿cómo es el periodo de adaptación? ¿Supone un problema que aún no controlen los esfínteres?
El periodo de vinculación debería hacerse gradualmente, respetando los ritmos para que no sea traumático. En muchos centros, sin embargo, no se permiten más que unos pocos días. Este momento tan delicado se puede complicar aún más si se exige que las criaturas vayan sin pañal. Una imposición cruel y absurda si se tiene en cuenta que el control de esfínteres no se puede enseñar.
En infantil...
¿La entrada es flexible? ¿Hay tiempo para siesta? Si es así, ¿qué ocurre si un niño no quiere dormir? Y en el comedor, ¿se les obliga a comer?
¿Hay libre circulación, tiempo para el juego libre? ¿Hay actividades obligatorias?
¿Los chiquis pueden salir al patio cuando quieren? ¿Y si ha llovido?
¿Qué pedagogía o metodologías se siguen?
Cada pedagogía tiene una idea del niño y su aprendizaje, así como del papel del adulto. Pueden parecer cuestiones muy filosóficas, pero de ellas se derivan consecuencias muy concretas. Por ejemplo, si se defiende la idea de que el niño es curioso y disfruta aprendiendo y que no se deben forzar los ritmos, es más probable que no haya exámenes ni deberes. En cambio, si se tiene una idea más pesimista del alumno y se considera que debe ser encauzado incluso en su tiempo libre porque si no no hará otra cosa que jugar a la consola, habrá deberes y muchos.
También es importante el rol que juega el educador. La forma en que se le designa en las distintas pedagogías ya nos está dando pistas. En Montessori se le llama guía, porque su función es la de orientar, preparar el ambiente y presentar los materiales a cada alumno dependiendo de su momento madurativo, para que aprenda por sí mismo. En las escuelas libres, en cambio, se suele hablar de acompañante, para resaltar aún más que está allí para apoyar, pero que el aprendizaje es guiado por la curiosidad de los chiquis. En cambio, el término maestro (o profesor) recalca la mayor experiencia del adulto. Se usa en enfoques más directivos, como Waldorf, que entiende que el niño todavía no puede saber lo que es importante aprender.
Podrás encontrar respuestas a algunas de estas cuestiones simplemente con visitar la página web del proyecto educativo. En algunas encontrarás allí el PEC (Proyecto Educativo de Centro) donde las escuelas explican su identidad, objetivos y funcionamiento. A veces es más una declaración de intenciones que una realidad, pero conocerlas de antemano ya supone llegar a las puertas abiertas con una primera idea.
¿Cómo se trabaja?
En muchas escuelas de infantil el aula está dividida en rincones, diferentes espacios de trabajo dedicados a distintas actividades (plástica, juego simbólico, experimentación/naturaleza, psicomotricidad, construcciones...). Los niños, según sus intereses, pueden moverse a uno u otro y trabajar con otros compañeros en grupos pequeños. Normalmente pasar por un rincón u otro es voluntario, pero si un peque pasa todo el tiempo en un mismo rincón, se le suele animar a visitar otros.
Cuando hay influencia del enfoque Reggio-Emilia se suele hablar de provocaciones: propuestas destinadas a despertar la curiosidad e invitar a la exploración. Pueden ir desde presentar elementos naturales hasta colocar elementos translucidos de diferentes colores en la mesa de luz. Seguramente los niños probarán a manipularlos, a ver las mezclas de colores... pero la actividad en sí es abierta, no tiene un fin preestablecido. En este enfoque es muy importante la observación por parte del educador: ver qué mueve a los alumnos, en qué momento están, qué necesidades tienen, etc.
En las escuelas libres, aparte de haber mucho tiempo para el juego no estructurado, suelen proponerse talleres: de música, trabajo con barro, mates... cualquier tema que pueda interesar a niñas y niños, que muchas veces son quienes proponen las actividades.
En el aprendizaje basado en proyectos (ABP) se elige un tema que se relaciona con distintas preguntas. Se trabaja en grupos pequeños de forma colaborativa, de forma que todos pueden participar y aprender a trabajar en equipo. Cuando el ABP está bien planteado resulta muy enriquecedor. El problema es que se ha puesto tan de moda que muchas veces se hace de cualquier manera, con ratios altas que no permiten al educador acompañar a los grupos el tiempo que necesitarían. Y es que otra cuestión importante para abordar en las puertas abiertas es la de cuál es el número de alumnos por docente, es decir, ¿cuál es la ratio?
¿Hay tiempo para hacer rueda / asamblea?
¿Hay al menos un momento a la semana para que niños y niñas compartan ideas o experiencias, hagan propuestas, traten temas que les preocupan...?
¿Cómo se aborda el aprendizaje de la lectoescritura?
En este aspecto las distintas pedagogías alternativas tienen visiones divergentes. En Montessori la preparación para la escritura comienza en torno a los cuatro años -pero siempre sin forzar- mientras que en Waldorf que considera que el niño no está preparado para las actividades intelectuales hasta los siete años, que antes lo que debe hacer es jugar, pintar, etc. En las escuelas libres suele ser el peque el que va interesándose en aprender a leer y escribir al ver cuentos y a otros compañeros que ya escriben... ¿Y qué libros tienen los niños a su alcance? Esto también varia según pedagogías. Como las puertas abiertas suelen incluir visita a los espacios, es interesante aprovechar para ver la biblioteca.
¿Hay mezcla de edades?
Uno de los principales problemas del sistema educativo es el abandono escolar (España está entre los países europeos con una tasa más alta), que se debe, fundamentalmente, a que los alumnos tienen dificultades con algunas materias y no pueden seguir el ritmo, lo que acaba desmotivándoles. Repetir curso no parece ser la solución, sino parte del problema.
Las distintas pedagogías alternativas aportan diferentes soluciones para que nadie se quede atrás. Una de ellas es mezclar a alumnos de diferentes edades, como una forma más de fomentar la colaboración. A los pequeños les gusta aprender de los mayores: su manera de expresarse les resulta muy cercana y quieren aprender de ellos porque «hacerse grandes» es una de sus motivaciones. Por su parte los mayores descubren que cuando se tiene que explicar algo es cuando verdaderamente acaba de comprenderse. Pero la idea no es solo que ayuden a los pequeños, sino también a compañeros que han tenido dificultades para comprender un tema. Además, podrán volver a verlo cuando se presente a otros niños. Si la educación tradicional era como una serie en la que si te perdías un capítulo clave ya estabas perdido, aquí hay numerosas oportunidades para seguir el hilo.
Ahora bien, como ocurre con el trabajo por proyectos, la idea es buena pero requiere que los educadores estén realmente atentos al desarrollo las relaciones. A veces ocurre que los chiquis ven a los mayores como unos abusones, o que éstos se aburren porque hay pocas propuestas destinadas a su momento madurativo.
¿Cómo se acompañan los conflictos?
Los conflictos pueden ser una fuente de aprendizaje si se apuesta porque los niños los resuelvan por sí mismos, dejando a cada uno tiempo para explicar qué ha pasado, cómo se ha sentido y proponiendo una solución. Ahora bien, el desarrollo de esta habilidad requiere un acompañamiento. Al principio supone mucho trabajo, pero es muy gratificante ver sus frutos, que son la base del desarrollo de la empatía y de una verdadera autonomía.
También es importante preguntar si ha habido casos de bullying y cómo se han abordado. Si esta pregunta parece incomodar es como para tenerlo en cuenta. Los casos de acoso se pueden dar en cualquier centro y no van a dejar de existir por esconderlos debajo de la alfombra. Todo lo contrario.
¿Cómo se atiende a la diversidad?
Hoy en día muchas escuelas se dicen inclusivas sin serlo en realidad, porque no basta con buenas intenciones. Sin los medios adecuados, con ratios altas... es muy complicado poder atender debidamente las necesidades de los alumnos. Por eso las puertas abiertas son una buena ocasión para preguntar cómo se consigue en la práctica que la escuela sea para tod@s.
¿Y los deberes... haberlos haylos?
Desde que las pedagogías activas se han puesto de moda, muchos coles presumen de no tener deberes... pero en algunos, simplemente, es que les han cambiado el nombre. Retos, desafíos, trabajos... los llamen como los llamen, y por muy chachiguais que los pinten, si son obligatorios, son deberes.
¿Y libros de texto?
Hay libros de texto maravillosos, con explicaciones claras, ilustraciones cuidadadas, propuestas para profundizar.. y otros que son todo lo contrario. Si desde las pedagogías alternativas parecen demonizarse es porque se considera un error acabar usándolos como única fuente de conocimiento: parece que allí se encontrara la verdad, o como mínimo, todo lo que es necesario aprender ya cribado. Se pierde así la posibilidad de acceder a otras fuentes, de aprender a investigar y a contrastar. Muchos niños, además, aprenden mejor investigando que memorizando lecciones para aprobar un examen.
Con este tema, sin embargo, ocurre como con tantos otros: hace años, que un colegio no usara libros de texto ya indicaba que estaban empezando a trabajar de otra manera. En cambio a día de hoy, hay centros que no tienen libros de texto pero luego los peques no hacen más que fichas fotocopiadas, o aprenderse de memoria esquemas que el profesor ha descargado de un blog.
¿Hay exámenes? ¿Notas?
Una cosa son los exámenes y otra la evaluación. Es importante que los educadores conozcan en que momento está cada niño, para poder hacerle nuevas propuestas, ver si tiene dificultades con algún tema... Lamentablemente, estamos acostumbrados a que la evaluación se reduzca a la nota que se saca el día del examen. Los niños, que son curiosos por naturaleza, acaban concibiendo el aprendizaje como una carrera de obstáculos, comparándose a los demás y sintiéndose superiores o inferiores.
También pueden encontrarse escuelas en que estas pruebas se plantean claramente como una oportunidad de aprender: si se suspende un examen, se analiza con el alumno aquellas cuestiones en las que parece tener dificultades, y cuando han sido resueltas, se vuelve a hacer el examen para comprobar si realmente las ha superado.
¿Se penaliza el error?
Los materiales manipulativos, como los Montessori, están pensados para que el niño desarrolle su autonomía, pueda usarlos para practicar matemáticas, lengua, biología... Pero si recibe una regañina o un castigo si no los usa correctamente, será contraproducente. En general, el aprendizaje se bloquea cuando se desarrolla miedo al error. Otra cosa es entender que los materiales deben cuidarse, o que si se rompe un plato, es necesario recogerlo... esto es aprender a responsabilizarse.
¿Cuál es la implicación de las familias?
Las familias son la tercera pata de la comunidad educativa: sin ellas, lo demás cojea. Cuando se implican y son tenidas en cuenta, se convierten en una parte activa muy enriquecedora para la escuela. Suele ser de las APYMAS / AFAS (asociación de familias), por ejemplo, de donde surgen iniciativas como llevar a cabo un proceso participativo para renaturalizar el patio.
En otras ocasiones, sin embargo, no se da tanta sintonía. En algunas escuelas sus promotores tienen muy claro lo que quieren y ven a las familias prácticamente como a un estorbo. Ojo, que es algo que también ocurre en algunos proyectos alternativos, donde esperan de las familias únicamente que vayan a fregar. Esto depende de los referentes pedagógicos, pero también puede venir de haber vivido experiencias negativas con las familias (las hay que entienden por educación personalizada una especie de servicio a la carta, y ven la APYMA únicamente como el medio de presionar para conseguir lo que quieren para sus hijos, sin tener en cuenta a la comunidad).
Una de las características de los proyectos autogestionados es la gran implicación de las familias, que realizan periódicamente asambleas para estudiar distintos temas y tomar decisiones y se organizan en comisiones para sacar adelante las tareas que hagan falta: huerta, limpieza, mantenimiento, economía, etc. Cada familia colabora en la medida de sus posibilidades, pero la participación no es opcional y siempre hay unos mínimos. La escuela se construye entre todos y eso es algo muy especial, pero que también implica un esfuerzo.
¿Cuál es la relación con el barrio?
Si la relación con las familias es importante, también lo es la que tiene el centro con el barrio. ¿Es una burbuja en su interior? ¿O la escuela está abierta a él? Idealmente esta apertura es hacia fuera (participación en fiestas, colaboración con colectivos, visitas a la biblioteca, al parque, a que el panadero explique su trabajo...) pero también hacia dentro.
Las Comunidades de Aprendizaje no podrían funcionar si no fuera por esta implicación de las familias y del barrio. Madres y padres pueden acudir al centro para hacer talleres de lo que sepan (sea francés, bereber, guitarra o yoga). Algún jubilado se acerca para explicar cómo prevenir las plagas en el huerto. Estudiantes del instituto cercano —algunos antiguos alumnos— participan como voluntarios que ayudan a los más pequeños con la lectura.
El hecho de que las familias se impliquen de forma activa en la educación, contribuye a que lo se enseña tenga un sentido para los niños; no se trata de un conocimiento que les explica alguien ajeno. Lo mismo ocurre cuando un niño ve que quien le ayuda con la lectura es un alumno del instituto que en su tiempo libre ha optado por hacerse voluntario.
¿Hay coherencia entre las familias y el proyecto educativo?
Uno de los principales problemas que ha traído el boom de las pedagogías alternativas es que mucha familias eligen una determinada pedagogía simplemente porque está de moda. Si en el pasado había padres que se desentendían de la educación de sus hijos porque ya les pagaban una institutriz o un colegio caro, ahora también ocurre con quienes se decantan por un proyecto alternativo por puro postureo.
Esto conlleva múltiples problemas, porque la escuela nunca puede suplir enteramente el papel de las familias. Si un niño está acostumbrado a que le peguen o le castiguen cuando ha hecho algo que se supone que no tiene que hacer, se habrá acostumbrado a negarlo todo esperando que no le pillen... ¿Cómo va a reaccionar luego cuando en la escuela haya un conflicto? Igual. Será difícil que empatice con el otro o que busque aportar soluciones, simplemente, intentará escurrir el bulto.
Ocurre lo mismo con la autonomía: en pedagogías como Montessori, son los propios alumnos los que se ocupan de la limpieza en el aula. Muchas familias, cuando les matriculan en estas escuelas, esperan que la criatura se vuelva ordenadísima ya para siempre y se decepcionan cuando comprueban que no es así... pero cómo va a pasar si en casa rigen otras normas, si aunque deje la ropa tirada por el suelo al día siguiente se la encuentra limpia y planchada, como por arte de magia?
¿Y qué ocurre cuando un niño se cría en una familia profundamente individualista? Si el mensaje que se le transmite es todo el tiempo "ocúpate de ti mismo y que los demás resuelvan sus propios problemas"... servirá para algo la mezcla de edades para fomentar la cooperación?
¿Y la educación emocional, de la que tanto se habla? Si en casa ni siquiera ha aprendido a poner nombre a sus emociones... ¿podrá suplir esto la escuela, sobre todo cuanto más mayor sea el niño?
Cuando sí se da coherencia entre la educación que se recibe en casa y la del proyecto, todo fluye de otra manera. Las familias pueden ser muy distintas entre sí, pero si están de acuerdo en unos principios básicos, como que las relaciones deben basarse en el respeto, se generan unos vínculos y una confianza que convierten a la escuela en una gran familia. Si tenéis la suerte de dar con un proyecto así, cuidadlo.
¿Hay mucha rotación de educadores?
Hay escuelas en las que cada año cambia la mitad de los profesores. Obviamente es un problema que para cuando los nuevos maestros empiezan a hacerse al proyecto se queden muy poco tiempo. Es algo que puede ocurrir tanto en escuelas públicas como privadas.
En todo caso algo que conviene saber es cómo se sienten las acompañantes / guías / maestras en el proyecto. ¿Forman realmente parte de él o se les trata como a piezas reemplazables? Son cuestiones delicadas, pero conviene tener información sobre ellas, ya que un proyecto que se dice respetuoso pero que no respeta a todas las personas que lo componen, aparte de ser un contrasentido, acaba cojeando.
¿Se tienen en cuenta los intereses de los alumnos?
¿Los niños pueden proponer talleres o salidas? Si es así, ¿cómo se llevan a cabo?
¿A partir de un interés inicial, el educador planteará temas relacionados para ampliar miras? ¿O se considera que esto es directivismo?
¿Hay espacio en la escuela para lo que en apariencia no es útil y tal vez no interese a primera vista, como la música o el arte?
Y es importante que te preguntes tú también, ¿busco un espacio en el que se respeten los ritmos, pero luego, si mi peque no sabe escribir su nombre con 4 años me voy a preocupar?
¿Qué papel juegan las TIC?
Hay escuelas en las que no hay medios para cambiar pañales, pero sí para comprar pizarras digitales o tablets para infantil... Todo esto que puede parecer muy innovador contrasta con las recomendaciones de los psicólogos, que alertan de que cada vez hay más niños con adicción a las pantallas y problemas para concentrarse.
¿Qué posibilidades hay de entrar?
Si has visitado una escuela con un proyecto potente tal vez sea complicado conseguir plaza. Por eso es interesante valorar también otras opciones y acudir a distintas jornadas de puertas abiertas para contar con un plan B.
Distintas pedagogías, distintas respuestas
Como habrás podido ver, cada enfoque tiene su propio planteamiento sobre temas tan importantes como el juego, la lectoescritura o la participación de las familias, por lo que también te puede interesar leer ¿Cuál es la diferencia entre las distintas pedagogías alternativas?
¿Y si no me convencen las respuestas?
Parece mentira que a estas alturas tengamos todavía que estar preguntando cosas como si se cambia el pañal a los niños que aún no controlan los esfínteres, pero ahí andamos aún... No encontrar un proyecto educativo respetuoso (sea porque no hay ninguno cerca, porque no hay plazas, o porque se nos va de presupuesto) puede ser una fuente de frustración. Sin embargo, es importante recordar que la educación respetuosa empieza en casa, y que aunque el cole es importante, mucho más es lo que se vive en la familia, sobre todo en los primeros años.
Si en la escuela a la que finalmente vais os encontráis con una visión adultocéntrica que no tiene en cuenta las necesidades de la infancia, siempre podéis intentar cambiarla. Dependerá del equipo educativo que os escuchen o que sea como darse contra un muro... Pero si familias afines os unís para intentar mejorar la escuela, ya estaréis enseñando a vuestras criaturas lo importante que es tener sentido crítico y que las cosas no van a cambiar si no nos movemos. Así nació por ejemplo el colectivo Respetar La Infancia, que lucha por que el periodo de vinculación sea más respetuso.