Una niña bebe un zumo de naranja en una casa nido
Las casas nido se convierten en un segundo hogar para las criaturas | TXELL VERDAGUER

Llevan años funcionando en países como Francia, Inglaterra o Alemania. Son las assistante maternelle, childminder o tagesmütter, profesionales que cuidan de un grupo muy reducido de criaturas (normalmente no más de cuatro) en su propio domicilio. En estos países son una opción más, un segundo hogar para ayudar en la conciliación mientras sus padres trabajan. Aquí las conocemos como madres de día o casas nido y, aunque aún son una opción minoritaria, su número ha crecido exponencialmente en los últimos años, coincidiendo con el auge de la crianza natural. 

En 2004 abría su casa nido en Madrid Inés Gámez, después de haber pasado unos años en Berlín trabajando como tagesmütter. Paralelamente, surgía en Navarra la iniciativa de Casas amigas, con un filosofía muy similar. Inés destaca como principales ventajas de estos proyectos el ambiente acogedor y el poder trabajar con ratios de 3-4 niños: “Estas ratios facilitan acompañar los conflictos que puedan surgir  de una forma que con grupos mayores es más complicado. Además, hacen posible tener periodos de adaptación fantásticos, que los padres puedan acompañar a los niños el tiempo que sea necesario, para evitar que se produzca un corte emocional”.

Para ser madre de día es necesario contar con formación en el ámbito educativo (magisterio, técnico superior de educación infantil, psicología y pedagogía), pero además, como explica Mar Lombo, de la Asociación de Madres de Día de Madrid (AMADIMA), muchas de ellas se han formado también en distintas pedagogías alternativas: “Por supuesto que la mirada es otra, centrada en el respeto al niño, en sus intereses, en sus necesidades, en su momento de desarrollo y considerándole como el verdadero sujeto que influye en su aprendizaje. La mayor parte de estas pedagogías recogen estos principios en su esencia, por eso muchas Madres de Día están formadas en estas metodologías, en el afán de encontrar otra forma de educar infancia. Pero al final, creo que lo importante es conocer, porque el conocimiento nos permite tener sentido crítico, y poder crear de algún modo tu propia metodología. Muchas Madres de Día no son puramente Pikler, Montesorri o Waldorf. Además estas son las más conocidas, pero hay muchos otros psicólogos/as-pedagogos/as-neuropsicólogos/as... Stern, Daniel Siegel, Aletha Solter...”. También suele ser diferente la mirada de las familias, que llegan buscando una alternativa a guarderías masificadas con fichas, aunque como añade Mar “a veces llegan familias sin saber muy bien en que consiste y cuando nos conocen y les contamos nuestros proyectos, nuestra forma de ver al niño/a y les mostramos nuestros "hogares" habilitados, no dudan en quedarse.”

Las madres de día defienden que es con sus familias con quien más tiempo deberían pasar los pequeños, y por eso no ofrecen horarios tan amplios como las guarderías. “Familia y madre de día deben ir de la mano con un fin común, el bienestar de los pequeños/as. A veces nuestra labor no es solo el cuidado de sus hijos, también el asesoramiento a las familias de lo que es mejor desde un punto de vista profesional para el desarrollo de sus hijos/as”, afirma Mar.

Las casas nido están reguladas únicamente en Navarra, Madrid y Galicia. En otras comunidades, distintas asociaciones luchan porque se les de un reconocimiento y una cobertura legal. Sin embargo, tratar con las instituciones suele ser un camino tortuoso y por eso, en muchos lugares, las madres de día han optado por autoregularse y hacer mucha pedagogía para explicar que no son niñeras, sino profesionales con formación adecuada. La Asociación de Casas Nido de la Región de Murcia, por ejemplo, exige a sus socias los siguientes requisitos: formación y experiencia en el ámbito educativo, título de manipulador de alimentos, curso de primeros auxilios, formación en pedagogías respetuosas, contratar un seguro de responsabilidad civil, estar dada de alta como autónoma o pertenecer a alguna cooperativa de trabajo asociado... También establece unas características mínimas con que deberá contar el hogar, en cuanto a metros cuadrados mínimos, incluir zonas diferenciadas para descanso / higiene / preparación de alimentos... Son requisitos que, con pequeñas variaciones, pueden encontrarse en otras asociaciones.

Galicia es un caso especial, ya que las casas nido están reguladas y subvencionadas en el ámbito rural. Una apuesta que se ve con buenos ojos desde otras comunidades. Para María José, representante de la asociación aragonesa “la iniciativa es maravillosa, sólo por el hecho de que en zonas poco pobladas se promueva el trabajo y más si es como madre de día. Galicia tiene unas zonas de población muy dispersas, y a la Xunta le sale más económico subvencionar a las madres de día que crear, mantener y costear escuelas infantiles. Así que, todos ganan”. María José tiene la esperanza de que la actual situación sanitaria haga que los políticos comiencen a valorar estas opciones con ratios bajas también en su comunidad.

En el resto de comunidades, al no contar con ningún tipo de subvención, se convierten en una alternativa que no pueden permitirse todas las familias. Para Samantha, de la Red de Madres de Día, en España parece que siempre recelamos de lo novedoso: “falta apoyo por parte de las administraciones, lo que hace que no seamos una opción real para las familias, sin ayudas de ningún tipo, con trabas, con falta de regulación en la mayor parte de comunidades...”. Los precios, que pueden oscilar entre los 250 y 600 €, confirman sus palabras. Es la razón por la que hay quien las tacha de opción elitista, aunque paradójicamente, un problema habitual entre el colectivo es la precariedad, ya que trabajan con ratios muy reducidas. Una lacra a la que se quiere poner coto desde las asociaciones madres de día: “todos deberíamos poner en valor nuestro trabajo, esa es la base del respeto. No podemos fomentar una educación respetuosa, si no respetamos como se debe nuestra labor como educadores” -declara Mar.

Más allá de Galicia, los proyectos se concentran sobre todo en las grandes ciudades -donde hay más natalidad-, pero también los hay que salen adelante en zonas rurales. Es el caso de Estels, el proyecto de Txell Verdaguer y su pareja, Eloi. Txell analiza así las diferencias entre los proyectos rurales y los urbanos: “Los recursos de los que se puede aprovechar un proyecto en medio de la ciudad u otro en entorno rural son distintos. La vida dentro de la casa puede ser muy parecida en un sitio y otro, pero las vistas que ofrecen las ventanas, los sonidos que llegan a través de ellas y lo que se percibe cuando se sale a pasear puede llegar a parecer de dos mundos distintos. Uno de los ejes de Estels es el contacto con la naturaleza y eso, en un entorno urbano, tendría que tener otro enfoque. Aquí podemos disfrutar del bosque, podemos ver los ciclos de la agricultura y hay una realidad muy conectada con algunos de los alimentos que después aparecen en la mesa a la hora de comer. Pero no tenemos bibliotecas y los recursos culturales están más bien ausentes. Pero para mí lo más importante es que el proyecto esté conectado con el barrio en que está ubicado, sea donde sea. Que se esté en contacto con los vecinos, que se hable con ellos, que las niñas y niños del proyecto entiendan la realidad inmediata que los rodea y que encuentren la manera de valorarla, desenvolverse y aprovecharla en pro de sus intereses.”

Eloi, por su parte, valora así la experiencia de ser padre de día, una actividad que habitualmente se asocia a las mujeres: “Aunque supongo que en general los cuidados y la crianza siguen asociándose a la mujer, yo percibo un cambio en nuestra generación. No digo un equilibrio, no digo ni mucho menos que haya una paridad, pero el debate está presente en las parejas, hay un montón de tareas que ya no se dan por descontado, se valoran esfuerzos, aportaciones, los tiempos, la implicación… Además, entre los hombres está dejando de ser una rareza hablar de crianza, compartir las dudas y los miedos de la paternidad o hacer públicas las emociones desbordantes. Estoy rodeado de padres comprometidos con sus hijos y de hombres que están poniendo en duda el legado recibido, que enfocan su futuro con una perspectiva que incluye la mirada de sus parejas e hijos.”

Y prosigue: “No he notado prejuicios por dedicarme profesionalmente al cuidado de los infantes. Me imagino que quizás hubiera percibido algún comentario si en el proyecto estuviera solo, que con esa otra realidad en algún momento alguien me habría hecho notar algo, pero lo que en general he recibido han sido ciertas alabanzas y valoraciones positivas por querer formar parte del proyecto, es decir, por tener un hombre acompañante que cuida. Puedo compartir mi mirada con las familias que confían en nuestro proyecto. Puedo sostener algunas emociones de los padres y madres. Cuido de niños y niñas y, con la naturalidad propia de estos primeros años de vida, a veces me convierto en su acompañante referente, el que buscan cuando les hace falta algo, cuando algo les duele, cuando hay que cambiar el pañal. Y les da igual que sea un hombre o una mujer, perciben algo en mi energía o en mi manera de acercarme que les da la confianza que necesitan… y allí estoy.”

 

¿Buscas una madre de día? Visita el listado de casas nido incluidas en Ludus.


¿Cuáles son los pasos para trabajar como madre de día?

  • En Navarra es necesario dirigirse a la Subdirección de Familia y Atención a la Infancia y Adolescencia.
  • En Galicia, se puede encontrar la información sobre las ayudas para la creación de Casas nido en el ámbito rural en la web de la Xunta.
  • En Madrid, para realizar todos los trámites es necesario dirigirse al CIRA (Subdirección general de calidad, inspecciones, registro y autorizaciones - cira@madrid.org calle O'Donnell, 50 - Planta baja dcha. 28009 Madrid). En este organismo, además de acreditarse los requisitos, hay que realizar una Comunicación previa de inicio de actividad de acción social, abonar las tasas y anexar una Memoria explicativa de la actividad a desarrollar.

En todos los casos, incluidas las comunidades donde la actividad no está regulada, es necesario realizar el alta en Hacienda y la Seguridad Social. Lo más habitual es darse de alta como trabajador autónomo. No existe un epígrafe específico, por lo que algunas madres de día están adscritas al 826 (educación) y otras al 952 (servicios sociales).

Gracias a todas las personas que han compartido sus experiencias para hacer posible este artículo.