ÉRASE UNA VEZ un director de cine llamado George. George ya era famoso en un lugar conocido como Hollywood por haber dirigido una película de cierto éxito (American Graffiti, 1973). Sin embargo, llevaba ya un tiempo trabajando en el guión de su siguiente película sin conseguir darle el rumbo adecuado. A George le fascinaba la ciencia ficción y tenía en mente llevar a la pantalla una odisea espacial, pero no conseguía escribir un guión que acabara de funcionar. ¿Una película experimental, donde la trama es vista a través de los ojos de dos robots? Tal y como está escrita, no va a interesar a nadie, los diálogos no tienen vida -le decían sus amigos- Y además, la historia es un jaleo... necesitarás incluir un texto introductorio para comenzar, como en las películas antiguas... -se pitorreaba Brian, que también era cineasta. George estaba cada vez más hundido.

La conexion entre Star Wars y la Pedagogia Waldorf

Una nueva esperanza

Marcia, la mujer de George, estaba preocupada. Pero no os imaginéis que se trataba de una esposa descanso-del-guerrero que le servía de pañuelo, no. Marcia llevaba años trabajando en el cine. Aparte de ser socia de George, era una reconocida montadora y además, siempre tenía muchas ideas. George tenía un gran talento para la parte técnica y visual, pero escribir los guiones le suponía un suplicio. A Marcia en cambio, las pelis de muñequitos de su marido le aburrían, porque lo que de verdad le interesaba era la forma de contar las historias y cómo su desarrollo iba influyendo en los personajes. Desde fuera la relación podía parecer extraña, pero funcionaba porque se complementaban.

Si George era pesimista e introvertido, Marcia era extrovertida y echada p'alante. Así que, ni corta ni perezosa, viendo que era necesario reflotar el guión o la película nunca vería la luz, decidió coger el tercer borrador y dirigirse al Instituto Waldorf de Michigan para pedir ayuda. Marcia ya estaba familiarizada con la obra de Rudolph Steiner y sabía la importancia que se concede a los cuentos clásicos en las escuelas Waldorf:

Las historias, como los cuentos de hadas, ayudan a inspirar la psique de quienes los presencian, de forma similar a los sueños compartidos. En la escuela Waldorf, la maestra cuenta una historia a los niños, quienes la aprenden de memoria y la recitan en clase al día siguiente. Una vez memorizadas, las historias se interpretan a través de la música, la danza, el dibujo, la pintura y cualquier otra respuesta creativa. (1)

Marcia quería ayudar a George a conseguir su sueño, pero además, para ella era importante que el resultado final fuera algo más que una película de robots: debía contar una historia que conmoviera e inspirara tanto como antaño hacían los cuentos. Era importante que transmitiera una enseñanza espiritual, que marcara a una generación para la que el cine era más popular que los libros.

Un grupo de estudiantes de Antroposofía, entre los que se encontraba Douglas Gabriel, fue el encargado de ayudarle a dar una vuelta al guión. Estaba claro que los personajes resultaban acartonados y la historia no tenía pies ni cabeza, pero Douglas encontró que los dos robots (lo único que George había dicho que no se podía tocar) podían convertirse en una metáfora de nuestro tiempo, en el que las máquinas se habían puesto al servicio del mal. A partir de ahí, y a lo largo de tres intensos días, el guión de partida se fue transformando para incluir los elementos que según la pedagogía Waldorf convierten a una historia en arquetípica, aquella que puede transmitir una enseñanza espiritual capaz de sobrevivir al paso del tiempo.

El héroe

Los dos robots, C3PO y R2D2 podían también representar, respectivamente, el camino del pensamiento (C3PO habla todos los idiomas del mundo y es prudente, aunque falto de valor) y el de la voluntad (R2D2 es tildado continuamente de cabezota, y no duda en ponerse en peligro por cumplir una misión). El héroe arquetípico, Luke Starkiller (sí, esto también se cambió por Skywalker, un nombre que lo emparentaba con la tradición tibetana del caballo alado) encarna, al principio de la historia, la inocencia de la juventud.

Acompañado de sus robots, Luke, que comienza siendo ignorante (ni siquiera conoce su verdadero origen) y apocado (aunque quiere enrolarse en la academia de pilotos, su tío le va liando año tras año para que lo deje para después de la próxima cosecha), va desarrollando su capacidad de reflexionar y de actuar. Ambas cosas, sin embargo, son igualmente posibles para las máquinas. También para quienes habitan en el lado oscuro. Así, el Emperador, se ha centrado tanto en desarrollar el pensamiento que no le es posible actuar más que a través de Darth Vader, que es voluntad puesta a su servicio. El primero ha seguido el camino de la izquierda, el de Lucifer, que aleja de la vida y de las otras personas. El segundo se ha desviado por el camino de la derecha por su afán de poder y dominación (y no, no está hablando de política, al menos que yo sepa).

El camino que Luke debe transitar para convertirse en Jedi es el de Sophia, el de la sabiduría y el sentimiento, el camino intermedio entre estos dos extremos que fácilmente acaban en el lado oscuro (puede recordar el mito del carro alado platónico y su visión tripartita del alma, aunque no es lo mismo). Todas las historias arquetípicas presentan el conflicto del héroe, que debe enfrentarse a distintos obstáculos y vencer la tentación de irse por caminos más fáciles, hasta encontrar su lugar en el mundo.

En los cuentos de hadas, la princesa y el príncipe (que a veces no parece un príncipe, sino cualquier otra cosa, como una rana) se encuentran, vencen al mal y se convierten en reyes. En Star Wars, Luke encuentra una princesa que resulta ser su otro yo, Leia. A pesar de que es su hermana, ha sido educada de una forma muy diferente, tiene toda la seguridad que le falta a Luke.

Aunque al principio parece haber cierta atracción sexual entre ellos, no será con Luke con quien Leia acabe comiendo perdices, puesto que acabarán descubriendo que son hermanos gemelos... Pero al encontrarse, alma (Luke) y espíritu (Leia), descubrirán la verdad sobre su origen y se unirán para combatir a los tiranos y fundar un nuevo reino (bueno, república... pero con princesa).

¿Más influencias de Steiner? El arma de Luke, el sable de luz, representa la espina vertebral humana para la Antroposofía (Luke además, como Lucas, significa luz); los midiclorianos, abundantes en las células de quienes más aptitudes tienen para usar la fuerza, recuerdan a la eterización de la sangre que se produce según Steiner en el camino de ascenso espiritual... 

Los compañeros de viaje

Al igual de Dorothy en El mago de Oz, Luke va encontrando en su camino compañeros de viaje, que representan las distintas facetas del ser humano. Obi-Wan Kenobi se convertirá en el maestro que le introducirá en los caminos de la Fuerza. Representa la más elevada de las partes del alma, el alma consciente, que convertida en espíritu es capaz de elevarse sobre la materia. Cuando sacrifica su vida para que los demás puedan escapar, parece desaparecer, pero en realidad ha trascendido a la muerte y acompañará a Luke para siempre. Han Solo ha estudiado en la universidad de la vida: es astuto, inteligente y cuenta con mucha más experiencia que Luke, pero carece de la visión global de Obi-Wan. Los años le han hecho cínico y solo se preocupa de sí mismo. Chewbacca, por su lado, es la parte más instintiva e irreflexiva del alma. 

El lado oscuro

El bien y el mal son elecciones: tanto Darth Vader como el Emperador comenzaron siendo Jedis que en algún momento decidieron pasarse al lado oscuro. En cuanto uno se despista, su camino se puede torcer. Darth Vader es el Ahriman del que hablaba Steiner: alguien que ha dejado atrás su humanidad hasta el punto de parecer más una máquina. Su voluntad de dominar el mundo le ciega, está por encima de cualquier sentimiento.

Pero aún hay más: como el hijo pródigo, Luke tiene que volver a casa, pero entonces descubre que su padre es Darth Vader. Aquel ser que representaba el mal absoluto no es algo tan alejado de él como imaginaba. Cuando se encuentran y enfrentan por primera vez, Darth Vader intenta que Luke le siga al lado oscuro. Luke, que aún no ha acabado su entrenamiento, no es capaz de vencerle, pero prefiere sacrificar su mano derecha antes que rendirse. Ya a salvo, se le implanta una mano robótica, que le recuerda que él podría acabar pareciéndose a su padre.

Una vez que Luke acepta cuál es su verdadero origen, deberá decidir que hacer al respecto. Finalizado su entrenamiento como Jedi, tiene claro que se decantará por el camino intermedio. Cuando vuelve a encontrarse con Darth Vader, Luke es capaz de presentir que en su padre todavía hay un lado humano, e intentará que él también lo descubra. Darth Vader, que al principio se niega a verlo, acaba enfrentándose al Emperador para salvar a Luke y resulta malherido. Luke le quita la máscara justo antes de que muera y puede ver por fin su verdadero rostro. Darth Vader ha muerto, pero el espíritu de Anakin Skywalker -junto a los de Obi-Wan y Yoda- vivirá para siempre.

¡Que vienen los robots!

Al igual que el hombre moderno, Luke crece con un sentimiento de orfandad. Otra coincidencia entre ambos es haber nacido en un mundo donde las máquinas aparentemente hacen la vida más fácil... hasta que llega un punto en que parecen dominarlo todo. En malas manos, causan más problemas de los que arreglan.

Desde los tiempos de la revolución industrial, la tensión hombre-máquina ha sido una constante. Los luditas fueron los primeros en levantarse frente a ellas, ya que las veían como una amenaza a sus trabajos. Destruyeron telares y fueron reprimidos brutalmente. Muchos de ellos acabaron en la horca.

En realidad las máquinas son eso, máquinas. No tienen la culpa de nada. Hace casi un siglo, Keynes predijo que para el 2030 la jornada laboral sería de 15 horas semanales. ¿Vamos hacia ese ideal? No lo parece. Aunque cada vez más trabajos están siendo automatizados, no por eso las jornadas se han reducido. El trabajo -esa maldición bíblica- se ha convertido en un bien escaso. Muchas personas que querrían trabajar se encuentran en el paro, mientras que quienes trabajan realizan a menudo jornadas de más de 40 horas semanales, a las que hay que sumar el tiempo que se pierde en transporte (en las grandes ciudades el precio de la vivienda es tan desorbitado que los trabajadores se ven expulsados a ciudades dormitorio).

El problema no es que los robots nos "quiten" el trabajo. Ojalá nos lo quitaran del todo y pudiéramos dedicarnos a actividades más creativas y gratificantes que atender llamadas en call centers. El problema es que los dueños de los robots se han olvidado del camino intermedio, que su afán de dominio les ha llevado a no ver en sus congéneres humanos sino recursos. Tampoco son capaces de ver otra cosa en la naturaleza. Pero acumular no les libra de ser unos infelices: como en una peli de ciencia ficción, viven obsesionados con que se acerca una hecatombe y que necesitarán protección de guardianes robots porque no podrán fiarse de ningún humano.

La tecnología ha traído además nuevas formas de manipulación y dominio. Pero al contrario que en fábulas futuristas como 1984 nadie nos ha obligado a aceptar que el Gran Hermano esté siempre mirándonos. Somos nosotros mismos los que nos gastamos voluntariamente el dinero en dispositivos móviles que trafican con nuestra intimidad. El filósofo Markus Gabriel se refiere a este fenómeno como una nueva forma de explotación que nos convierte en proletariado digital y llama a una revolución contra los “magos de Silicon Valley”:

Silicon Valley y las redes sociales son grandes criminales. Están ahí para explotarte, para hacerte adicto, como ya han estudiado los neurocientíficos. Saben que te vas a hacer adicto a tu teléfono. Son como Philip Morris, como la heroína.

No es de extrañar que los CEOs de Silicon Valley, sabiendo que sus apps están diseñadas para enganchar, matriculen a sus hijos en colegios donde no hay ni tablets ni ordenadores... Sí, lo has adivinado: en escuelas Waldorf. Mientras tanto, tratan de convencer a los pobres de que inviertan en la educación digital de sus hijos para que no sean tan analfabetos como sus padres, de las ventajas de los programas de estimulación temprana y de que ya no hace falta saber nada, porque todo está en Google. ¿Son más retorcidos que Palpatine? Me temo que sí. Ahora nos toca a nosotros decidir si les vamos a dejar que dominen el universo.

¿Un final feliz?

En agradecimiento por la ayuda prestada, George ofreció a las escuelas Waldorf la oportunidad de preestrenar la película en sus centros para recaudar fondos. Los Waldorf, sin embargo, debido a su rechazo a las pantallas y a la tecnología en general, declinaron educadamente la oferta.

Douglas, que tanto se había implicado en el guión, se sintió decepcionado. Para él, el cine era la forma de reavivar en nuestra cultura el arte de contar historias. Un arte que se está perdiendo en favor de los efectos especiales, de películas y series que se limitan a distraernos de nuestra nada cotidiana. O que cuando inspiran a la acción, no siempre es para bien (tras el estreno de Por 13 razones aumentó el número de suicidios adolescentes).

Veo como en nuestra cultura se está perdiendo el arte de contar historias. Esto es peligroso, ya que a medida que las historias arquetípicas se desvanecen, nuestra imaginación se debilita como la fuente de alimento interior e inspiración del alma. Las películas han ocupado el lugar de la narración de cuentos y los actores han reemplazado a los héroes y heroínas que se encuentran en todas las historias arquetípicas, ya sean mitos, religiones, leyendas, cuentos de hadas, fábulas o cualquier otra fuente trascendental. Como aprendimos en el desarrollo de Star Wars, si una historia no es arquetípica, no resistirá la prueba del tiempo. Con su éxito hasta el día de hoy, más de 40 años después de su lanzamiento, Star Wars ha demostrado que eso es cierto. (2)

En cualquier caso, Douglas siempre valoró como un regalo haber podido participar en el guión, lo que le ayudó a acabar de interiorizar algunos de los conceptos de la Antroposofía que se le resistían.

George, obsesivo e inseguro, había estado tan estresado durante la filmación que acabó en el hospital con un fuerte dolor en el pecho. Cuando se recuperó, justo antes del estreno, George y Marcia pudieron cogerse sus primeras vacaciones en años. Fue en Hawai donde fueron enterándose del éxito que la película estaba cosechando.

Star Wars se convirtió en una de las películas más taquilleras de la historia. George y Marcia podrían haber comido muchas perdices con el dinero que ganaron y haberse dedicado al cine experimental, pero no fue lo que ocurrió. Como Marcia quería tener hijos y George era estéril, adoptaron una niña. Durante un tiempo, George se volcó en su familia, pero en seguida se embarcó en nuevos proyectos que le iban a absorber por completo, como el Rancho Skywalker o la continuación de la saga. Después de la factura que había pasado a su salud encargarse de dirigir la película, buscó a otros directores para las siguientes. Sin embargo, seguía sin ser capaz de manejar el estrés y volvió a implicarse tanto en la producción que de nuevo acabó en el hospital.

Cada vez más adicto al trabajo, George había abandonado el camino intermedio. Su carácter obsesivo le había hecho olvidar a su otro yo, a su parte humana, que era Marcia. Aunque ella insistía en que no podían continuar así, él estaba tan en su mundo que le pilló totalmente por sorpresa que Marcia le pidiera el divorcio. Además, mientras construían el rancho, Marcia se había enamorado del artista que se estaba encargando de la vidriera de la biblioteca. George se hundió.

Queriendo asegurar su imperio económico, George había acabado solo, deprimido y sin el dinero que requerían sus faraónicos proyectos. El mero mantenimiento del rancho ya suponía una millonada.

George había sacrificado su mano derecha. Tras el divorcio, las siguientes películas de la saga se hicieron esperar y aunque fueron muy taquilleras, carecieron de la magia de las de la primera trilogía.

A pesar de haber ganado un Oscar por el montaje de la primera película de la saga, Marcia quedó relegada al olvido y seguramente por eso, en un mundillo tan friki que los fans saben hasta cuantos pelos del bigote tenía Yoda, la conexión entre la pedagogía Waldorf y Star Wars no es muy conocida.

Al final fue George quien pasó a la historia como el genio de la ciencia ficción, mientras que Marcia apenas es nombrada en los documentales sobre la saga y, menos aún, el Instituto Waldorf. Puede parecer un final injusto, pero quizá no lo es tanto. Después de todo, como bien dice Douglas... ¿cuántas personas pueden en su fuero interno sentir el orgullo de haber creado el cuento de hadas de toda una generación?

NOTAS: (1, 2) GABRIEL, Douglas / Source of the Force: Secret Behind Star Wars Inspiration https://neoanthroposophy.com/2017/02/05/source-of-the-force-secret-behind-star-wars-inspiration/ (este es el testimonio de Douglas Gabriel que ha servido de base a este artículo, junto con la biografía de Marcia Lucas: http://fd.noneinc.com/secrethistoryofstarwarscom/secrethistoryofstarwars.com/marcialucas.html)