Jean Piaget

  • El objetivo principal de la educación en las escuelas debería ser crear hombres y mujeres capaces de hacer cosas nuevas, no simplemente repitiendo lo que han hecho otras generaciones; hombres y mujeres que son creativos, inventivos y descubridores, que pueden ser críticos y verificar, y no aceptar, todo lo que se les ofrece.

  • Una verdad aprendida no es más que una verdad aprendida a medias, mientras que la verdad entera debe ser reconquistada, reconstruida o redescubierta por el propio alumno.

  • La buena pedagogía debe enfrentar al niño a situaciones en las que experimente en el más amplio sentido de la palabra: probar cosas para ver qué pasa, manejar objetos, manejar símbolos, plantear interrogantes, buscar sus propias respuestas, reconciliando lo que encuentra en una ocasión con lo que encuentra en otra comparando sus logros con los de otros niños.

  • Lo que vemos cambia lo que sabemos. Lo que conocemos cambia lo que vemos.

  • Los niños tienen una comprensión real de lo que inventan por sí mismos, y cada vez que tratamos de enseñarles algo demasiado rápido, les impedimos reinventarse por sí mismos.

  • Con mis métodos, los niños aprenden solos a experimentar, mientras que en muchos centros escolares, el que experimenta es el profesor, mientras le miran sus alumnos. Y eso no es lo mismo.

  • Por supuesto que es necesaria una enseñanza secundaria, pero haría falta una escuela más activa, que permitiera al niño experimentar.

  • Comprender es inventar.

  • Todo lo que se le enseña a un niño se le impide inventarlo.

  • Uno debe colocarse en el nivel del niño y darle un sentimiento de igualdad al enfatizar sus propias obligaciones y sus propias deficiencias. De esta forma el niño se encontrará en la presencia, no de un sistema de normas que requieren obediencia ritual y externa, sino de un sistema de relaciones sociales tal que todos hacen lo posible por obedecer las mismas obligaciones, y lo hace por respeto mutuo.

  • La educación, para la mayoría de la gente, significa tratar de hacer que el niño se parezca al adulto típico de su sociedad. Pero para mí, la educación significa hacer creadores. Es necesario que surjan inventores, innovadores, no conformistas.

  • Si el niño aprende dos lenguas con las que tiene una misma relación afectiva, por ejemplo, un padre que habla alemán y una madre que habla francés, los problemas a este nivel no se plantean, el bilingüismo es muy útil. Pero si una lengua es la preferida por el niño y la otra le parece de rango inferior por una razón afectiva cualquiera, entonces el bilingüismo es más bien nocivo, no es favorable. 

  • Si un individuo es pasivo intelectualmente, no conseguirá ser libre moralmente. 

  • Si se juzga a un niño por el éxito o fracaso de unas respuestas puede conocerse lo que es capaz de hacer a una determinada edad, pero no permite hacer pronósticos para más adelante, ver el proceso de construcción del conocimiento. Un niño puede dar resultados medios en un test y después llegar a ser superior. Nosotros estudiamos el conocimiento como proceso con los problemas que les planteamos a los niños y vemos cómo los resuelven durante una hora de conversación o reflexión, en la que se ve mucho mejor adónde llegará y cuál será su desarrollo futuro (...) Las teorías se deforman si se transforman en test. Este es mucho más rápido y fácil que mi método y quienes lo ponen en práctica no ven los inconvenientes.

  • [Sobre la relación entre sus teorías y las de Freud] todavía mucho que hacer desde el punto de vista experimental y en el psicoanálisis, el peligro es que unos y otros están formados en capillas y se creen enseguida lo que dicen entre sí, mientras que en una sociedad de investigación, como la nuestra de epistemología, cuando el patrón dice una cosa, los otros quieren rápidamente contradecirle y controlar el proceso. Es así como se progresa. Cuando se creen unos a otros demasiado deprisa se hace una verdad colectiva, de escuela, y eso no vuelve a ser la verdad.

  • Estas reglas [del juego de canicas], con su superposición y sus excepciones, son al menos tan complejas como las reglas actuales de ortografía. Es algo humillante, a este respecto, ver cuán pesadamente se establece la educación tradicional sobre la tarea de hacer que la ortografía entre en cerebros que asimilan con tanta facilidad el contenido mnemotécnico del juego de canicas. Pero en este caso, la memoria depende de la actividad, y una actividad real presupone interés.

  • Cuando el niño imita las reglas practicadas por sus compañeros mayores, siente que se está sometiendo a una ley inalterable, debido, por lo tanto, a sus propios padres. Por lo tanto, la presión ejercida por los mayores sobre los niños más pequeños se asimila aquí, como a menudo, a la presión de los adultos. Esta acción de los niños mayores sigue siendo una limitación, ya que la cooperación solo puede surgir entre iguales. Tampoco la sumisión de los niños más pequeños a las reglas de los mayores conduce a ningún tipo de cooperación en acción; simplemente produce una especie de misticismo, un sentimiento difuso de participación colectiva, que, como en el caso de muchos místicos, encaja perfectamente con el egocentrismo. Porque veremos eventualmente que la cooperación entre iguales no solo produce un cambio gradual en la actitud práctica del niño, sino que también elimina el sentimiento místico hacia la autoridad.

  • ¿Qué papel tendrían entonces en esta escuela los libros y los manuales? La escuela ideal no tendría manuales obligatorios para los alumnos, sino solamente obras de referencia que se emplearían libremente.