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El pasado sábado asistimos a una charla de la Xarxa d'Educació Lliure (XELL) en el Espai Gira-Sol de Sant Gregori. Fue una buena introducción a la educación libre y sirvió para que algunos proyectos nos viéramos por primera vez cara a cara.
Se habló de cómo la educación actual se centra en preparar a los niños para el futuro -y ese preparar, no es muchas veces más que un pre-paro. De cómo hace hincapié en pasar exámenes -aunque luego se olvide todo al día siguiente- en vez de aprender a aprender, en integrar los conocimientos y disfrutar del proceso. De cómo hay escuelas de preescolar donde se dice que se enseña a los niños a diferenciar a unos compositores de otros, y en realidad lo único que distinguen son los retratos este es Mozart, el otro es Vivaldi... (¿para qué sirve esto? ¿para que los padres presuman entre ellos de cuantos compositores conocen sus hijos?) U otras en que los niños aprenden a recitar poemas de Martí i Pol, sin saber muy bien qué están diciendo, con lo cual es muy probable que para cuando les llegue la edad en que podrían entenderlo, le hayan cogido tanta manía que no tendrán ganas de leerlo. Se trata de una educación encaminada a moldear individuos, a acostumbrarlos desde pequeños a pasar por el aro -y el que no pase, será un marginado- que crea adultos inmaduros, que no saben quiénes verdaderamente son ni lo que quieren. Otros les han dicho siempre lo que tienen que hacer y que hay que sacrificar continuamente el presente en aras del futuro -olvidando la perogrullada de que donde vivimos es en el presente.
Marc explicó cómo mucha gente confunde libre con libertinaje, cuando en realidad junto a libertad siempre se habla de límites. Los niños necesitan límites para sentirse seguros, y si no se los ponemos, los buscan. Y si no los encuentran, se sienten perdidos y abandonados. Ahora bien, estos límites deben ser claros y razonables. Del mismo modo, necesitan aburrirse, disponer de un tiempo no pautado, en que no haya ni tele ni actividades extraescolares, no ya para que desarrollen la creatividad -que ya la tienen- sino para no ahogarsela.
También se habló de miedos: del miedo a llevar a nuestro hijo a uno de estos proyectos porque no está homologado, cuando en realidad la escolarización no es obligatoria hasta los seis años, así que hasta entonces no hace falta ninguna homologación. Más allá de esa edad, hasta ahora, había familias que apuntaban a sus hijos a escuelas americanas a distancia, los que les servía de coartada legal. Ahora este apaño ya no es válido, pero parece que se está abriendo la puerta a que las familias que así lo deseen puedan educar en casa. Y lo mismo que en la casa propia, puede ser en las casas de otros niños que estén en la misma situación, o de excursión en el bosque, o en el museo. El homeschooling no implica el aislamiento, ni estar encerrados en casa, sino que puede hacerse en grupo y en cualquier lugar, así que esta puede ser una vía.
Otra preocupación es el no contar con un título que permita ir a la universidad. Aquí existe una solución muy extendida, que es matricularse en un instituto en el último curso de educación obligatoria (a los 16 años). Y aquí aparece el otro miedo ¿qué pasa cuando toca cambiarse a una escuela tradicional? Lo habitual es que haya un periodo de tránsito, de hacerse a una forma de funcionar que les es desconocida, pero que al poco tiempo obtengan incluso mejores resultados que sus compañeros de clase. Porque si por algo se caracterizan los niños educados así es por tener más madurez y mayor capacidad de adaptación que lo que es corriente a su edad.
Una madre pidió que alguien hiciera algo porque esta educación fuera posible más allá de los seis años, que es la edad hasta la que abarcan la mayoría de los proyectos. La respuesta fue que ese alguien somos todos. Que es el momento en que nos toca implicarnos a todos para que las cosas cambien, para que cada vez haya más proyectos, para que los que hay funcionen mejor, para defender que podamos educar a nuestros hijos de la manera que creemos más adecuada sin tener que recurrir a triquiñuelas legales. Porque es un hecho que cada vez somos más los que queremos otro tipo de educación y cuantos más seamos, más fuerza tendremos. Por supuesto que los proyectos pueden ser muy diferentes entre sí, pero nos mueve a todos el querer una educación diferente, en las antípodas de la LOMCE y de exámenes tipo autoescuela, paradigma de este modelo basado en la competitividad y en superar pruebas. En esto, por cierto, tampoco estamos solos, ya que hay muchos docentes de escuelas tradicionales, tanto públicas como privadas, muy críticos con la nueva ley.
En este sentido, es muy de agradecer que XELL esté actuando como lobby bueno: yendo a hablar con políticos, haciendo difusión, ... Gracias a contar ya con más de seiscientos socios, al menos les escuchan, que es el primer paso. Algo que sin embargo no compartimos es que en la web de la XELL haya información restringida sólo para socios. Estamos en un momento de cambio, con un auge de proyectos que hace pocos años no hubiéramos podido imaginar, y por eso creemos que lo más útil para todos es compartir conocimiento, ideas y ánimos (después de todo, ¿no es la forma de actuar que queremos inculcar a nuestros hijos?). Por supuesto, esta es mi opinión personal y es muy legitimo lo que hacen. Ya llevan a cabo actividades gratuitas, muchos socios ponen su esfuerzo sin cobrar nada a cambio y es evidente que hay cosas para las que se necesita dinero. Pero, por otra parte, no hay que olvidar muchos proyectos van con el agua al cuello y es más necesario para ellos dedicar el dinero que se iría en cuotas a otras prioridades, como adquirir materiales. Por eso, vemos que sería más conveniente que el que se asociara lo hiciera tanto porque simpatiza con la red como porque se lo puede permitir económicamente -otra cosa es que servicios "extras" como el asesoramiento jurídico sean sólo para los asociados.
Pudimos comprobar también que hasta ahora los proyectos han estado bastante aislados, pero que está surgiendo la necesidad de conocernos entre nosotros, tanto para dejar de tener la sensación de estar solos, como por compartir experiencias y hacer piña para defender aquello en lo que creemos. Porque entendemos que las administraciones velen porque todos los niños estén bien cuidados, pero no que se amenace a familias con enviarles a los servicios sociales por llevar a sus hijos a un centro que no ha podido homologarse por razones tan peregrinas como no tener una cancha de baloncesto. Por esta razón, la asociación Gatzara ha convocado a todos los proyectos de educación libre de Girona a un encuentro el 2 de febrero a las 11h (podéis inscribiros escribiendo a associaciogatzara@gmail.com). Esperamos que de aquí salgan muchas cosas. Tod@s estáis invitad@s.