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Entrevista a Carme Cols y Pitu Fernàndez
Carme Cols y Pitu Fernàndez son una pareja de maestros que comparten una pasión: la de acompañar a las escuelas en la transformación de sus patios, para que dejen de ser estériles y monotemáticos lugares de cemento y se conviertan en espacios educativos llenos de vida y posibilidades. En el año 2000 comenzaron el proyecto El safareig, que pretendía compartir propuestas educativas transformadoras basadas en la introducción de elementos naturales en la escuela, como forma de potenciar todas las capacidades de la infancia. Ahora, ya jubilados, continúan acompañando a centros educativos que desean renaturalizar sus espacios exteriores. Todo este trabajo está documentado en la web El nou safareig, que refleja lo que ocurre cuando se transforman espacios colectivamente, siendo coherentes con un concepto de niño, de escuela y de comunidad.
¿Cuáles fueron vuestros referentes a la hora de poner en marcha El nou safareig?
Nuestra práctica educativa de más de 40 años nos ha permitido mucha reflexión buscando la coherencia en el quehacer cotidiano teniendo muy presentes unos referentes a lo largo de toda nuestra trayectoria profesional. La formación en el entorno de los movimientos de renovación pedagógica, en la asociación de maestros Rosa Sensat nos ha acompañado a lo largo de toda la vida. Con ellos, siempre hemos luchado para dar visibilidad a un concepto de escuela como tejido social que crea vínculos y pertenencia a un grupo, pueblo, ciudad que se abre al mundo. La escuela en construcción constante, donde el espacio, el tiempo, los materiales y la organización, hablan por sí mismos del bienestar, de la salud física, psíquica e intelectual, llena de motivaciones para las personas que viven y conviven. Intentando dar respuesta a las criaturas, en diferentes contextos, vamos encontrando las aportaciones de grandes pensadores en educación. Sin olvidar a Rousseau, Pestalozzi y todo el movimiento que posteriormente hizo posible la aparición de la escuela activa, estos y otros referentes pedagógicos más actuales nos permitieron poner palabras a lo que estábamos haciendo. Pronto descubrimos que nuestra práctica se enriquecía con Montessori, Freinet, la Institución Libre de Enseñanza, el movimiento cooperativo italiano, Loris Malaguzzi. Viajando y conociendo diferentes experiencias educativas de otros países, en especial las escuelas municipales de Pistoia, de Reggio Emilia y los sistemas educativos de países como Noruega o Finlandia. Hoy más que nunca, en tiempos de lucha contra los virus, debemos recuperar los principios de la Escuela del Bosque que nació en Barcelona a principios del siglo XX para acoger a las criaturas amenazadas por las enfermedades infecciosas.
¿Cómo trabajáis?
Son las propias escuelas, familias, ayuntamientos, quienes nos piden acompañamiento. Quien nos conoce y lea esta entrevista, podrá reconocer nuestra forma de acompañar que normalmente empieza contestando un correo para conocer su demanda. Escuchando sus necesidades, pactamos un proceso de conocimiento mutuo que comienza compartiendo un día en su escuela. Conocernos y compartir documentación es esencial para planificar diferentes estrategias abriendo caminos y posibilidades. Consideramos nuestro acompañamiento a una escuela como un trabajo voluntario, sin remuneración económica. Únicamente pedimos a cambio poder compartir su proyecto y todo lo aprendido con otras comunidades educativas. Y poder hacer difusión a través de la red en un proceso de aprendizaje comunitario.
Normalmente las escuelas encuentran la forma de sufragar los gastos de transporte, manutención y alojamiento que su acompañamiento nos pueda ocasionar. Cuando alguna entidad o institución nos pide realizar algún cursillo o conferencia, actuamos de forma remunerada lo cual nos permite compensar algunos de los gastos que tenemos como consecuencia de nuestra actividad.
Hemos pisado el terreno de muchísimas escuelas, reconociendo realidades muy distintas. En nuestro blog elnousafareig.org se puede consultar un mapping de las actividades que vamos realizando desde hace años. Es en este proceso donde hemos centrado principalmente nuestra mirada a partir de la observación en los recreos y del conocimiento de la utilización de los espacios exteriores en la cotidianidad de la escuela.
Pisando realidades que acogen, que abrazan iniciativas, compartiendo todos los talentos y riquezas de la diversidad cultural hemos crecido muchísimo aprendiendo a dar respuestas a cada realidad. Compartimos este trabajo con muchos profesionales con perfiles diferentes que encontramos en las propias comunidades. Jardineros, carpinteros, arquitectos, ambientalistas, que nos aportan su saber. Un diálogo lento que nos da herramientas para organizar los espacios amables, acogedores, naturales, sencillos, con criterios de sostenibilidad, donde los niños sean los protagonistas de sus aprendizajes acompañados por la mirada de los maestros que les van haciendo crecer en sus procesos de aprendizaje. Espacios de convivencia, de relaciones, de vida entre el dentro y el fuera.
¿Cuánto tiempo lleváis acompañando a escuelas en la transformación de sus espacios exteriores? ¿A cuántos espacios educativos habéis asesorado?
Hoy podemos decir que hay escuelas en las que desde hace más de 20 años hemos podido incidir, acompañar. La mayoría de ellas de la etapa de educación infantil. Tenemos documentación de muchos procesos que nos han ayudado a analizar y respetar procesos. Este recorrido hace que las demandas se hayan ido extendiendo en todas las etapas educativas. Las experiencias compartidas han ido creciendo, tomando conciencia de que los cambios de los espacios exteriores caminan juntos con los cambios pedagógicos. Hablar de los espacios desde los planteamientos educativos, que van más allá de un diseño y de instalar elementos de juego, es una oportunidad para el debate y la reflexión. La demanda de transformación de los espacios exteriores de las escuelas nos plantea retos y muchas posibilidades para crear una verdadera red de relaciones y de cohesión social.
Tenemos contabilizados más de 400 centros en los que hemos participado desde nuestra jubilación. De casi todas las tipologías que conviven en nuestra sociedad, públicos, privados, autogestionados, más grandes, más pequeños. Nunca tenemos un "No”. Ahora tenemos tantas demandas que nos centramos más en los que detrás está su comunidad educativa integrando el nuevo planteamiento de sus espacios exteriores en su proyecto educativo.
Con el tiempo hemos ido entablando contacto con profesionales de la educación y de diferentes disciplinas. Iniciamos un grupo en la asociación de maestros Rosa Sensat y participamos en la creación de la asociación estatal Patios Habitables. Por lo que ahora somos más quienes podemos ayudar a los centros en sus demandas.
Formáis parte de la asociación Patios Habitables, ¿perseguís los mismos objetivos?
Como acabamos de comentar, con personas preocupadas por el tema, el 2016 iniciamos en Facebook el espacio “Reinventando patios” para dar conciencia de las crudas realidades de los patios escolares. En su inicio el objetivo era dar respuesta a preguntas del tipo ¿Cómo son las realidades de los espacios exteriores de las escuelas? ¿Qué pasa a lo largo de todo el día? ¿Qué proyectan estos espacios? ¿Por qué nace esta necesidad tan común en tantas escuelas desde los más pequeños hasta secundaria? ¿Por qué los patios se han alejado de la naturaleza? ¿Por qué los conflictos son muchos y variados? A partir de las respuestas y la participación de las promotoras en las reflexiones ya vimos que era importante caminar ampliando objetivos. Objetivos que en 2019 provocaron la creación de la asociación Patios Habitables que quiere crecer despacito e ir concretando donde estamos y hacia donde caminamos. Hay un conjunto de acontecimientos que hemos trabajado con ellos desde nuestra humilde aportación.
Defendéis que el patio debería ser un espacio educativo, en lugar de una explanada de cemento, como forma de fomentar el bienestar de los niños y de que haya menos conflictos... ¿hasta qué punto naturalizar el patio puede transformar la convivencia?
Disponemos de suficientes argumentos científicos y pedagógicos que ponen de manifiesto el gran valor de estos espacios. Recuperamos los grandes referentes y sus principios que nos hablan del beneficio de acercar a los niños a la naturaleza. Por citar algunos, Rousseau, Pestalozzi, el krausismo, Fröbel, Montessori, las hermanas Agazzi o Rosa Sensat, la maestra que creó la primera escuela de bosque en Barcelona. Tenemos experiencias actuales que están recuperando y renovando estos argumentos. La experiencia de Mauricio y Rebeca Wild en Ecuador. Las experiencias danesas y alemanas de la vida fuera. La llamada permanente de Francesco Tonucci sobre la necesidad de espacios naturales para los niños. La ciudad de Bolonia que promueve el proyecto La educación al aire libre. La Associacione Bambini e Natura de Milán.
Al tratarse de un espacio al aire libre, en una nueva articulación del patio, la presencia de naturaleza pasa a tener un papel importante ya que con ella se consigue un entorno acogedor, de salud y bienestar, haciéndolo habitable y apropiado para la creación de múltiples escenarios y situaciones que no digan a las criaturas lo que tienen que hacer y les hagan pensar, escoger, decidir ¿a qué quiero jugar? ¿qué quiero hacer? ¿con quién lo quiero compartir? ¿cuánto tiempo necesito? Bajando la velocidad, el estrés y respetando los tiempos necesarios para el juego.
Cada vez es más conocido el beneficio que supone para las personas el contacto con la naturaleza. Heike Freire nos lo plantea en su libro Educar en verde (2011), y Collado, S. y Corraliza, J.A. (2016) en Conciencia ecológica y bienestar en la infància. O Katia Hueso en Jugar al aire libre (2019).
Y el hecho de que estemos abordando este tema, nos muestra la gran necesidad de hacer posible espacios de vida, más verdes, más vitales, más humanos, accesibles para todos. Los patios transformados deben ser oportunidades para la equidad, igualdad, acogiendo la diversidad.
Imagino que habrá muchos niños que no querrán que se les toque el patio, que, si se les pregunta, preferirán seguir jugando al fútbol y que si algo se naturaliza, sea en todo caso poner un campo de hierba... ¿cuesta llegar a acuerdos? ¿Se tienen también en cuenta los intereses de los niños?
El patio es un lugar donde las criaturas aprenden muchas cosas. Observándoles y con una mirada hacia la diversidad, en sus juegos encontramos las propias propuestas. La dificultad está en el adulto que ha dejado de interpretar sus demandas presentes en las acciones de cada día. La dificultad está en cómo hacemos las preguntas para hacerles pensar en sus propias demandas de juegos y aprendizajes. Sencillas preguntas en un inicio, sabiendo de fondo lo que queremos, nos abren el diálogo. Con las criaturas, proyectar espacios es maravilloso y muy rico. Hay que escucharlos y tomar conciencia entre todos para poder encontrar recursos que estén a su alcance.
Estuvimos escuchando las demandas de las criaturas en el Consello dos nenos de la escuela pública As Covas de Meaño de la provincia de Pontevedra: piscinas, toboganes, rocódromo, más pistas, todo lo más imaginario que viven las criaturas (parque temático)… Y paseando con ellos por su espacio exterior, sin dar ninguna respuesta, pero dando valor a sus maravillosos espacios naturales que desde hacía poco podían pisar. Los maestros acompañándonos y tomando notas, escuchando los diálogos y los razonamientos, les plantearon el reto más grande: ¿qué camino debemos tomar para cambiar los espacios: comprar o construir? Hubo todo un proceso y un debate. Y decidieron construir.
Somos los adultos los que tenemos mucha prisa en esta demanda de transformación. Las prisas son enemigas de un proceso participativo necesario que estima y cuida detalle por detalle.
También habrá personas a las que les parezca un esfuerzo desmesurado para media hora al día que pasan allí los alumnos...
Evidentemente, si lo que se pretende únicamente es un cambio para vender o proyectar una imagen de escuela, se seguirá reproduciendo la problemática habitual en los patios. Si hay un cambio de mirada que permita imaginar un espacio exterior más habitable donde puedan pasar cosas más allá de los 30 minutos de recreo, el proceso de transformación irá más allá de un diseño o de poner “cosas” incidiendo en el proyecto educativo del centro y de su vida cotidiana.
¿Hay propuestas que funcionan en cualquier escuela (un arenero, un huerto, desniveles, piezas sueltas...) o todo depende del contexto?
Es frecuente en muchas escuelas que durante los treinta minutos las criaturas deban almorzar, sacar juguetes, jugar, guardarlos y sacarse la arena de los zapatos. Si se tiene un arenero adecuado donde se les deje ser ingenieros, los tiempos, los materiales, arena, agua, crearán un contexto adecuado. Si planteamos un arenero para utilizarlo como espacio de movimiento tendremos que dejar tiempo Y materiales apropiados que hagan crecer el contexto. No todo es válido, la transformación debe partir de un proyecto educativo vivo y activo donde haya debate sobre la vida de la escuela.
No pensamos en "cosas" concretas, partimos de planteamientos globales que nos interrogan para, a partir de las respuestas, tomar las decisiones necesarias. ¿Cómo son los espacios y qué pasa en ellos? ¿Cómo tiene que ser la escuela de la infancia y para la infancia? ¿Es posible una escuela agradable, dónde se encuentren bien los niños y niñas, maestros y familias? ¿Qué tipo de organización puede hacer posible utilizar el tiempo de otra forma? ¿Cuáles son las estrategias para intensificar las relaciones y el conocimiento? ¿Cómo potenciar la pedagogía de la escucha y de las relaciones? ¿Tecnología y naturaleza se complementan? ¿El juego libre, el deporte, el teatro, la música, la sensorialidad, pueden convivir en un espacio organizado y pensado? ¿Prohibir la pelota es beneficioso?
Cada escuela es diferente. Su identidad se puede basar en un proyecto precario o en uno atractivo. La tarea de pensar, hablar, discutir, de intercambiar en la formación y en la práctica ayuda a definir el concepto de escuela, de infancia, desde el punto de vista teórico y práctico, con un nuevo imaginario, para ver que podría pasar en los patios más allá de los 30 minutos de recreo.
Habláis de crear espacios seguros que hagan posible la educación en el riesgo, ¿cómo se consigue?
La propia normativa europea para la áreas de juego al aire libre, en su introducción plantea: Asumir riesgos es una característica esencial del juego en todos los entornos en los que los niños pasan un tiempo jugando, pero dichos riesgos deben ser aceptables como parte de un entorno de aprendizaje estimulante, desafiante y controlado.
Como la percepción del riesgo es muy diferente entre las personas, las comunidades educativas deben realizar un debate sobre ello para compartir la necesidad de que las criaturas dispongan de un entorno donde poder ejercitar sus límites en un entorno seguro.
Hacer posible una iniciativa conjunta es el punto de partida necesario. Un camino nada fácil si hay prisas. Los errores forman parte del proceso y también nos educan si promueven la reflexión y el debate. Cada experiencia requiere su tiempo y en muchos momentos hay que pararse para recuperar energías y liderazgos positivos. Los cambios profundos solo pueden verse con el tiempo. En un proyecto como este, el inicio es claro, el final no existe. Muchas realidades con avances significativos los vivimos en iniciativas conjuntas, donde encontramos por un lado a maestros, familias, concejales, alcaldes con una doble función como ciudadanos y responsables de gestionar aspectos sociales y educativos de la ciudad. Y por otro, también un colectivo pluridisciplinar: arquitectos, paisajistas, carpinteros, jardineros, artistas, biólogos, técnicos de medio ambiente y otros profesionales que acompañan y asesoran encontrando la esencia de este cambio en la investigación, el compromiso de la comunidad y de la administración, facilitando puntos de referencia, medios y formación para actuar. Realidades que empiezan a poner de manifiesto la necesidad de personas en la escuela que tengan los conocimientos necesarios, pedagógicos y técnicos, para la gestión de un espacio exterior renaturalizado, seguro y que permita actuar a las criaturas con autonomía.
A muchas escuelas les tira para atrás el tema de la homologación. Parece que da menos problemas poner un rebotaniños o unas canastas de baloncesto homologadas que un árbol, al que se le puede caer una rama y hacer daño a una criatura... ¿hay demasiado miedo a lo que pueda pasar, a posibles demandas? ¿Puede traer problemas a las escuelas sustituir la cancha por elementos naturales?
Como se puede intuir, la homologación puede ser la excusa para no hacer nada. El miedo al riesgo que existe actualmente está siendo aprovechada por los intereses de las empresas que se dedican a la venta de estructuras homologadas. Y el uso de estas provoca la uniformidad de estos espacios.
Se deben conocer la normativas existentes y usar el sentido común. Crear las diferentes propuestas con criterios estéticos y con sencillez, confort y seguridad, sabiendo lo que no queremos: vallas y corralitos, colores infantilizados; paredes pintadas de forma precaria; materiales sintéticos: pavimentos de caucho, juguetes y utensilios de plástico poco saludables y expuestos al deterioro con el paso del tiempo.
En este sentido, hay que tener en cuenta que en España las instituciones y las empresas responsables de la construcción de las escuelas y de los jardines públicos, tienen siempre en cuenta las normativas europeas UNE-EN1176 y UNE-EN1177 para las áreas de juego infantil al aire libre. Su lectura nos proporciona las pautas para actuar que, de forma intuitiva, algunas escuelas ya están aplicando. Los proyectos de transformación del patio pueden ser de dos tipos diferentes. Cuando se tocan elementos estructurales del patio como muros, paredes o pavimentos cimentados bajo los cuales pueden discurrir tuberías y otras infraestructuras, el proyecto necesita el visado de un arquitecto. Si la escuela es pública, lo puede realizar el arquitecto municipal. Pero cuando el proyecto no toca elementos estructurales, que es el caso más frecuente, mientras no se supere una altura determinada (aproximadamente de metro y medio), entonces se considera un proyecto de jardinería y puede ser homologado por una persona o una empresa de certificación cualificada, que les puede certificar su actuación una vez que hayan constatado que ha sido respetada la normativa. En estos proyectos de jardinería se acostumbra a plantar árboles, arbustos y plantas. A crear parterres, a realizar desniveles, a crear areneros, etc. Es lo que hacen la mayoría de las escuelas en las que hemos intervenido.
En cualquier proyecto se ha demostrado que es muy aconsejable tener en cuenta el correspondiente manual de mantenimiento que permita saber lo que van a suponer estos trabajos y si van a poder ser asumidos por la comunidad educativa.
A modo de ejemplo proponemos esta relación de criterios de funcionalidad para ilustrar nuestras propuestas:
- Zonas diversificadas que sugieran caminos, creando itinerarios en un entorno que permita hacer vida y crear continuidad entre el interior y el exterior.
- Crear ambientes en armonía que sugieran, que inviten, que provoquen su utilización, teniendo en cuenta la tridimensionalidad del espacio.
- Pavimentos con diferentes texturas para juegos de movimiento, de reposo, de silencio.
- Espacios para encuentros en diferentes tipos de agrupaciones: ágora, mesas y bancos.
- Lugares de experimentación libre o acompañados creando pequeños o grandes proyectos, para cultivar, para observar, creando pequeños ecosistemas.
- Fuentes para beber.
- Papeleras teniendo en cuenta el reciclaje.
- Bancos que delimiten, que inviten al reposo, al encuentro, a la observación.
- Lugares y materiales para poder crear aventuras: cabañas, ríos, trepar.
- Espacios que unen deporte y naturaleza.
- Pistas polivalentes para ofrecer oportunidades de salud consciente, psicomotricidad, practicando deportes diversificados, para patinar, para ir en bicicleta, etc.
- Espacios abiertos a la comunidad, al barrio, al pueblo, para encontrarse y ser utilizados cotidianamente Y en otros momentos: fiestas, celebraciones o eventos culturales.
- Materiales sueltos (loose parts) que inspiren propuestas de juego y construcción: maderas, cajas, troncos, telas y otros interesantes que pueda aportar la comunidad.
Ahora que parece que está tan de moda cuidar los espacios y que todas las escuelas tienen cuenta de Instagram, ¿os habéis encontrado casos en que más que buscar una verdadera transformación se pretendía hacer marketing?
Si, una escuela que desea hacer marketing algunas veces ha utilizado nuestro nombre, pero no siguiendo nuestras sugerencias. Hay escuelas que han puesto cosas y a la larga tienen muchos problemas porque el papel de adulto sigue siendo de vigilancia. También tenemos escuelas que inicialmente tenían esa intención y han cambiado su rumbo a partir de encontrarnos y de realizar un cambio de mirada. El acompañamiento a las demandas con charlas, visitas, conferencias y escuelas de verano nos ha llevado a compartir muchos proyectos. Agradecemos la generosidad de tanta gente que nos ha abierto sus puertas. Especialmente a muchas que inicialmente pensaban en hacer unos cambios físicos y con las que a partir de la observación y la escucha de los niños y de la comunidad educativa hemos podido vivir un proceso que ha ido mucho más allá de un simple cambio superficial para iniciar el camino de una lenta transformación pedagógica.
¿Qué tal funcionan las comisiones de trabajo?
No se puede generalizar. Cada comunidad se organiza y la propia organización va creando sensibilidad y entusiasmo. ¿Cómo aprendemos a gestionar un grupo de personas? Este es otro reto al que nos enfrentamos y que debemos resolver con actitudes de escucha y respeto. Sencillas preguntas en un inicio para abrir el diálogo entre diferentes maneras de hacer y pensar. En una comunidad, de una forma natural van apareciendo liderazgos. Liderazgos conscientes, positivos, que saben delegar y confiar en las posibilidades de cada grupo o comisión. Abordando los retos que se presentan. Liderazgos que se ensanchan y saben formar grupos encontrando soluciones a diferentes problemas que puedan ir apareciendo, encontrando la complicidad de otros perfiles profesionales del mundo de la educación, de la arquitectura, de la jardinería, que compartan la visión de estos espacios de formas diferentes, más abierta y centrada en las necesidades de los niños y de la comunidad educativa de la escuela, de ahora y del futuro. Diferentes miradas que nos unen en una cultura de investigación.
¿Cambia la relación de las familias con la escuela cuando se les da voz?
Si, las criaturas transmiten la fuerza del proyecto. Las familias unidas tienen mucha fuerza. Fuera, el patio de la escuela tiene un valor especial, potente, lleno de recuerdos construidos por las generaciones y nuevos encuentros de personas recién llegadas. Espacio abierto a todos los sentidos. Es el espacio que más pisan las familias lleno de oportunidades para ir creando relaciones: maestra-familia: niñ@s con sus amigos de patio…. Es un lugar donde se eligen los amigos, se organizan, debaten, se plantean retos ... Estar fuera permite esta dualidad, ser un lugar visible y escuchado desde muchos puntos y a la vez lleno de secretos por el juego de los niños.
Poco a poco las familias van percibiendo el uso educativo de este espacio en diferentes situaciones de teatro, danza, una educación física diferente, observación, experimentación al aire libre, conocimiento del medio natural, lectura, poesía, talleres y un largo etcétera. Y va cambiando la popular percepción de este espacio como un lugar donde se “pierde el tiempo”
¿Hacéis un seguimiento de los proyectos en que habéis participado?
Seguimos de muchas maneras sus procesos que se concretan de diferentes formas. Dejamos tiempo. Son las propias escuelas las que en algunos momentos requieren nuestra intervención, nuestra mirada, recursos técnicos, en un proceso de evaluación continua. Estamos siguiendo algunas escuelas desde hace más de quince años. Con todo ello hemos podido aprender mucho de la complejidad de estos procesos. Y hemos podido documentar gráficamente los cambios que se han ido produciendo en todo este tiempo. Un gran trabajo y muchos retos en los que la articulación de todos los espacios representa uno de los aspectos fundamentales para poder repensar horarios con flexibilidad, en definitiva, para poder pensar en dar respuesta a su funcionalidad y a las metodologías. Cada escuela es un mundo y requiere tiempo de encuentros y debates de los equipos pedagógicos, conocedores de sus necesidades educativas, elaborando criterios e implicando a los diferentes sectores de la comunidad: niños, familias e instituciones. La realización de pequeños cambios, reflexionando y evaluando su aplicación, nos ayuda a ir avanzando en la consideración de los espacios exteriores como educativos, y a poder descubrir los beneficios que supone para las criaturas el juego y la actividad al aire libre en contacto directo con la naturaleza.
Muchas AMPAS y docentes querrían transformar los patios de sus escuelas, pero no saben ni por donde comenzar. Da la sensación de que se requiere una inversión importante en tiempo y dinero, ¿qué les recomendaríais?
Los procesos de transformación que suponen un cambio de paradigma para el patio tienen un inicio, pero ya no tienen fin. Por ello es preciso ir paso a paso, sin prisas. Compartiendo los objetivos que son siempre a medio y largo plazo. En los procesos que hemos vivido, la economía no ha sido nunca un obstáculo, simplemente se van haciendo pequeñas intervenciones que, a la larga, dan como resultado unos patios diferentes, renaturalizados y habitables.
¿Creéis que la actual crisis provocada por el COVID-19 provocará cambios en el mundo de la educación?
Seguramente que cambiarán cosas después de esta crisis, también en educación. Tantos días confinados, nos han hecho tomar conciencia de nuestra necesidad de contacto con la naturaleza. También de la importancia de las relaciones humanas, de la cultura, de la cooperación. Tal vez esta experiencia resulte de utilidad a las escuelas para llamar la atención sobre el espacio exterior como espacio educativo. Puede ser un lugar en el que la naturaleza articule y haga visibles diferentes zonas, invitando a ser habitado y ofreciendo la posibilidad de compartir experiencias en un ambiente rico en posibilidades de juego, de aprendizaje, de relaciones, de convivencia, de creatividad. Un espacio de vida y para la vida en el que apostamos por hacer posible una escuela agradable, dónde niños, maestros y familias se encuentren bien, tanto en el espacio interior como en el exterior de la escuela.
¿Cómo resumiríais la necesidad de transformar los patios?
El espacio exterior debe potenciar el juego al aire libre como esencia básica para las niñas y niños. Un laboratorio de aprendizajes donde interactuar con los elementos naturales y con todos los sentidos. Escenarios, ambientes provocativos, intelectuales, sensoriales, emocionales, sociales, activos, vitales, divertidos, especiales, útiles, festivos, seguros y cuidados.
Con posibilidad de escoger, correr, caminar, sentarse, descansar encontrando caminos para recorrer y convivir, con silla de ruedas u otras dificultades físicas o psíquicas. Espacios que no incapaciten a nadie, abriendo puertas, traspasando muros que dejan entrar y salir experiencias colectivas.
Miradas compartidas de saberes que cada uno puede aportar entorno a un proyecto para hacer de la escuela un espacio de vida. Conscientes de que cada pequeña actuación será un paso que hará posible el siguiente. Sin prisas, pero procurando elaborar un proyecto global continuo y dinámico a corto, medio y largo plazo para poder irlo desarrollando en pequeñas intervenciones.
Los procesos compartidos, en comunidad, unen sensibilidades y contribuyen a la cohesión del colectivo y a la mejora de la educación en general apostando por una escuela de calidad y luchando por el derecho a la educación para todos. La escuela, como institución, necesita abrir sus puertas acogiendo las necesidades de cambio que hoy nuestra sociedad reclama. Los cambios en los patios se van produciendo mediante un proceso social, cultural, ambiental que va del dentro al fuera y del fuera al dentro, espacios en diálogo constante. Un reflejo de la sociedad que debe avanzar conquistando los conceptos de fondo sin quedarse en la superficie.
Una demanda, un deseo de cambio que pone de relieve la necesidad de dignificación de estos espacios desde la corresponsabilidad.