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Heike Freire es filosofa, psicóloga y educadora... pero por encima de todo es conocida por su defensa de una educación en contacto con la naturaleza. En esta entrevista nos habla, entre otros temas, del precio que pagamos por vivir de espaldas al entorno natural, del papel de las escuelas o del uso y abuso de las pantallas.
Heike Freire (Foto: Oscar Serra)
¿Qué es la pedagogía verde? ¿Eres la autora del concepto?
La Pedagogía Verde es un enfoque educativo que vengo desarrollando desde hace más de dos décadas. Abarca un conjunto de conceptos, ideas y estrategias, cuya efectividad ha sido ampliamente demostrada, para acompañar el desarrollo y el aprendizaje de niños, niñas y jóvenes, en armonía con los procesos naturales. En la introducción a mi primer libro, Educar en verde, pero también en artículos anteriores, acuño este concepto inspirándome, por un lado en la psicoanalista suiza Alice Miller, quien distingue entre pedagogía negra y pedagogía blanca, y por otro en autores como Peter Mclaren y Joe Kincheloe, quienes hablan de la pedagogía roja como proyecto crítico y emancipatorio.
Habrá quien objete que no es realmente una pedagogía, sino más bien una filosofía, un modo de entender la relación de los niños con la naturaleza...
Si por pedagogía entendemos exclusivamente un conjunto de métodos y técnicas para conseguir que niños y jóvenes aprendan y se integren mejor en la sociedad, entonces no lo es. Ni tampoco lo pretendo porque me parece que de este tipo de enfoques tenemos suficientes: ahora mismo, entre tú yo, podríamos hacer la lista de todas las “metodolocracias”, generalmente con sus siglas en inglés, que se ofrecen actualmente en el mercado educativo. Para mí, la pedagogía es un modo de entender al ser humano que se materializa en un proyecto con unos principios y valores. Que tiene un sentido, un para qué. Decía Victor Frankl que quien tiene un “por qué” puede soportar cualquier como. Y yo añadiría que también puede descubrirlos, crearlos... Con demasiada frecuencia perdemos de vista el sentido de nuestro hacer como educadores. Y es preciso empezar por recuperarlo. Las herramientas vienen después. Yo diría que casi de forma natural...
¿Por qué es tan importante el contacto con la naturaleza?
La naturaleza es esencial para nuestra especie, especialmente en la infancia pero también en otras etapas de la vida, porque es el medio del que hemos surgido y en el que nos hemos desarrollado a lo largo de cientos de miles de años. Nuestros cuerpos están perfectamente preparados para crecer de manera óptima en ese entorno. Por eso el contacto con la naturaleza es un derecho humano fundamental, en particular de los niños y las niñas.
¿Qué ventajas tiene?
Desde los años 90, la Psicología Ambiental no ha dejado de constatar, en numerosos experimentos, los beneficios del mundo natural para la salud, el bienestar, el desarrollo y el aprendizaje de los niños y niñas. Aumenta su actividad física, sus capacidades psicomotoras y la inteligencia espacial, mejora la salud en general, reduce la ansiedad y el estrés, favorece las funciones cognitivas (memoria, atención, concentración...), desarrolla la creatividad, fomenta las relaciones sociales, favorece la resiliencia...Estas son solo algunas de sus ventajas. En una época en la que la mayor parte de las criaturas sufren déficit de naturaleza, debido a nuestra artificial forma de vida, es todavía más importante y necesaria si cabe.
¿Para beneficiarse de estas ventajas, basta con salir al campo?
Obviamente no. El contacto con la naturaleza es una forma de ser, de vivir y relacionarnos con los demás seres vivos. Con la urbanización de las mentes y de la periferia de las ciudades, podemos perfectamente estar un lugar paradisíaco, completamente cerradas. Tampoco es suficiente con ir al verde de vez en cuando. Es preciso una relación cotidiana.
¿En qué momento comenzamos a perder la conexión con la naturaleza? ¿Es el precio del progreso?
Si te refieres a en qué momento empezamos a perderla en nuestra cultura, no puedo identificar un momento preciso. Ya desde los griegos se oponía el concepto de cultura al de naturaleza, la civilización al salvajismo y el ser humano al animal (cuando somos animales, solo que de un tipo específico, como todos.)... Puede que esté relacionado con la cultura patriarcal que llegó después de la matriztica. En todo caso, la tendencia se aceleró muchísimo con la industrialización y las sociedades tecnológicas. De simplemente adaptarnos y adaptar el entorno para nuestro bienestar, hemos pasado a construir cada vez más entornos artificiales que nos mantienen aislados. Y la tendencia va en aumento, estamos incorporando la tecnología a nuestras psiques y nuestros cuerpos.
Sin duda vivimos de forma poco natural. ¿Qué opinas del uso y abuso de las pantallas?
Personalmente, he llegado a la conclusión que es preciso reducir al máximo la exposición a las pantallas, al menos hasta los 12/14 años. Pero cumplir este objetivo es muy difícil para la mayor parte de las familias y muchas veces la insistencia de los padres resulta contraproducente. Por eso, lo más saludable es conseguir un uso racional. A nivel familiar, las pantallas pueden traer a nuestro hogar una pelea continua, resucitar la vieja pedagogía negra, de gritos, abusos y castigos, o convertirse en una excelente oportunidad: la de conocer y expresar las necesidades auténticas de cada persona y encontrar creativamente las formas de satisfacerlas a nivel individual y grupal. A través de las tecnologías podemos decidir y re-diseñar el tipo de familia y de relaciones que queremos tener.
Existe mucha controversia en torno al TDAH. Autores como Richard Louv hablan más bien de un Trastorno por Déficit de Naturaleza, mientras que otros defienden que puede estar sobrediagnosticado, pero que no diagnosticarlo a tiempo puede ser muy dañino ¿Cuál es tu opinión?
En primer lugar, señalar que son dos cosas distintas. El Déficit de Naturaleza acuñado por primera vez, como hipótesis, por el periodista americano Richard Louv, no tiene estatus clínico, es decir, no está contemplado, en ningún manual diagnóstico; aunque existe evidencia empírica, por un lado de los beneficios del contacto con la naturaleza y por otro de las dificultades que genera esa carencia. El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en cambio, está tipificado en el DSM, el Manual Diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría. Pero existe mucha controversia entre los profesionales. Algunos, entre las que me incluyo, lo consideramos un cajón de sastre donde se han incluido muchas dificultades de la infancia de hoy, no solo la falta de naturaleza. Aunque esta sea una gran ayuda, a nivel terapéutico. En Estate quieto y atiende, mi segundo libro, explico todo esto con más detalle.
¿Cómo pueden las escuelas favorecer el contacto con la naturaleza?
Antes del como, me gustaría decir algo sobre el por qué. El déficit de naturaleza y los beneficios del contacto nos hablan de lo íntimamente relacionadas que están nuestra salud y la salud del planeta en su conjunto. Todas sabemos que hoy vivimos una crisis medioambiental sin precedentes. En este escenario, las escuelas tienen una responsabilidad enorme: liderar una transformación cultural sin precedentes, que nos permita evolucionar desde una sociedad biofóbica que llena de miedo, vive de espaldas a la naturaleza y la destruye, hacia una sociedad biofílica, cuya principal razón de ser es el amor y el cuidado a la vida.
¿Por dónde empezar?
Hay que abrir la escuela al entorno, sacar la educación fuera del aula o, como mínimo, articular adecuadamente los tiempos y espacios interiores y exteriores. El medio ambiente debería ser el medio del aprendizaje, vincularlo completamente a los procesos naturales. Todo se puede aprender al aire libre. La naturaleza es madre y es maestra. A partir de esa relación cotidiana podemos empezar a fomentar una cultura de amor por la Tierra. Adoptar una perspectiva no-antropocéntrica que nos permita aprender a convivir. En la práctica, se trata de aumentar la frecuencia del contacto: puedes emprender un proceso de transformación de los espacios exteriores (que no sea meramente decorativo) o estar más presente en los entornos naturales cercanos, idealmente en el marco de un proyecto educativo biocéntrico.
Pero la mayoría de las escuelas se encuentran en entornos urbanos, algunas no cuentan ni con un parque cerca y tampoco se pueden permitir hacer muchas salidas...
Llevo mucho tiempo acompañando escuelas, la mayoría urbanas, en sus procesos de renaturalización. Cada una de ellas es única, por su situación geográfica, las características de su entorno natural y social, de los espacios exteriores, del edificio, de la comunidad educativa, de las alumnas y alumnos, del equipo directivo, del proyecto, del equipo docente.. Y puedo decirte que todas ellas cuentan con puntos fuertes que pueden aprovechar para desarrollar un enfoque educativo más verde. Otro problema es que muchas veces la naturaleza o las oportunidades de renaturalización están ahí, pero no las vemos.
En La ciudad de los niños Tonucci afirma que los niños no son cabras, que lo que necesitan no es necesariamente el verde, sino espacios donde poder jugar libremente. Habla de jardines de piedra para referirse a las ruinas en las que jugaba de pequeño con sus amigos, imaginando que eran fuertes, bosques...
Respeto enormemente a Francesco. Ha sido y es alguien muy importante para mí. He aprendido mucho de él y creo que, quienes defendemos los derechos de la infancia, estamos en deuda con su trabajo. Aunque a veces, pueda parecer que estamos en desacuerdo, cuando hablamos (alguna vez he tenido el honor de coincidir con él en unas jornadas, o en una comida) siempre llegamos a entendernos. Aquí por ejemplo, el problema es qué entendemos por verde. Para mí el verde es una metáfora de la naturaleza, pero está claro que el planeta Tierra es de todos los colores (y mucho más azul que verde). Desde mi punto de vista, la naturaleza incluye las piedras, la vegetación, los animales, además de las bacterias, las algas y los hongos.
En los últimos años hemos visto proliferar el número de escuelas bosque en España, pero aún estamos muy lejos de países como Alemania, ¿Por qué sucede esto, teniendo en cuenta que el clima aquí es mucho más suave?
Para empezar, tenemos menos bosques que Alemania y están más alejados de las poblaciones. O que Escocia, donde un estudio muestra que el 90% de las escuelas disponen de uno a una distancia de media hora. Nuestra naturaleza es diferente. No siempre es verde ¿verdad?. Pero sigue siendo naturaleza. Otro factor es que somos mucho más proteccionistas con la infancia que los países del norte (o lo somos de manera distinta). Y en tercer lugar, hay que tener en cuenta que esta corriente se cortó (y se demonizó) con la dictadura franquista: nuestras primeras escuelas bosque son incluso más antiguas que las alemanas, y muchos profesores de diversos países europeos venían aquí a formarse. En cualquier caso, la sociedad está cambiando y yo creo que es imparable; pero requiere tiempo.
En Alemania es posible encontrar incluso escuelas bosque de primaria ¿Cómo lo hacen? ¿Es posible aprender todo en medio de la naturaleza? ¿No hay áreas que requieren una concentración que resulta más fácil en un aula aislada de tantos estímulos?
Estoy convencida que la naturaleza es el mejor medio para un desarrollo y un aprendizaje holísticos. Todo se puede aprender al aire libre. En Escocia, por ejemplo, incluso el currículo de secundaria se está llevando a los espacios naturales. Pero también es verdad que dependiendo de la edad, las características y los procesos de los niños y jóvenes, se puede combinar la convivencia en espacios interiores y exteriores. Ambos son complementarios.
La naturaleza ofrece regalos distintos en cada estación, pero en las ciudades actuales a veces no nos enteramos de que es primavera hasta que lo anuncia El Corte Inglés... ¿El consumismo se convierte en un consuelo por vivir alejados de la naturaleza?
Estoy convencida de ello. Es una manera de llenar un vacío. De satisfacer de forma secundaria necesidades humanas fundamentales. Algunas de las más importantes son las de conexión y pertenencia, pero también están la necesidad de aire libre (¿te has preguntado alguna vez por qué llamamos al aire en espacios abiertos precisamente “libre”?), de movimiento, de comunicación, de expresión creativa...o la necesidad de sentido, que también forma parte de nuestra naturaleza.
Se está comenzando a poner de moda el Shinrin-Yoku o baños de bosque, una práctica japonesa para combatir el estrés... ¿No sería mejor, simplemente, vivir menos estresados?
En mi último viaje a Japón, hace tres años, he tenido la oportunidad de visitar los circuitos especialmente diseñados para el Shinrin-Yoku y de hablar personalmente con el doctor Qing Li. Encuentro el enfoque de la medicina forestal maravilloso. Ojalá se desarrollara en España tanto como en Japón y cuando, por ejemplo, vas al médico porque te duele la cabeza, te recete un baño de bosque en lugar de un medicamento. Pero estoy de acuerdo contigo en que lo fundamental es cambiar nuestra forma de vida. Y en eso estamos...