El proyecto "La ciudad de los niños" nació en Fano en mayo de 1991, con un objetivo político definido: promover el cambio de parámetros de gobierno de la ciudad, anteponiendo al niño al trabajador adulto, que se mueve en el coche; el proyecto llama a los administradores públicos a cambiar la ciudad a través de los niños que toman un rol activo en este proceso de cambio participando concretamente en el gobierno y planificando la ciudad y recuperando el espacio urbano.
Las motivaciones
La literatura científica, aunque de diferente matriz (psicológica, sociológica, urbana) y producida en diferentes años, nos da la imagen de una ciudad que ya no es adecuada para satisfacer las necesidades de los ciudadanos en general y de los niños en particular. La ciudad de hecho se ha transformado en los últimos 50-60 años en función de la lógica de separación y especialización de espacios y funciones. La naturaleza fragmentaria del espacio urbano ha contribuido a que el automóvil sea el medio más eficaz para alcanzar, en el menor tiempo posible, lugares de interés, lugares de interés diferenciados por las diversas categorías sociales (adultos, niños, ancianos, discapacitados). El dominio del automóvil ha ayudado a determinar la eliminación de personas del espacio urbano, haciendo que la ciudad pierda su papel de reunión e intercambio social. La ciudad abandonada a los automóviles se percibe como peligrosa, las carreteras y las aceras están ocupadas por automóviles; las personas ya no tienen espacio en la ciudad, ya no establecen contacto con otros y con el entorno urbano. La naturaleza fragmentaria y la peligrosidad del entorno urbano impiden al niño la posibilidad de experimentar experiencias fundamentales para su desarrollo cognitivo, emocional y social. Con demasiada frecuencia, los adultos protegen a los niños de los peligros que crean ellos mismos, particularmente a través del uso predominante del automóvil; El principal factor que dificulta la movilidad autónoma de los niños es el tráfico de automóviles, un factor generado por los mismos padres que apelan para evitar la autonomía de sus hijos. La misma Convención de la ONU reconoce el derecho a jugar del niño (Artículo 31) y el derecho a un nivel de vida suficiente para permitir su desarrollo físico, mental y espiritual (Artículo 27).
¿Por qué cambiar la ciudad a través del niño?
Los niños están invitados a asumir un rol activo en el proceso de cambio de la ciudad y de la ratio entre ciudad y ciudadanos, por qué son “competentes”.
Los estudios de matriz psicológica, de Piaget a Bruner, sólo por citar algunos, evidencian que el desarrollo cognitivo del niño tiene lugar desde el nacimiento.
El niño nace “competente” y dispone ya de nociones, valores y criterios de evaluación que orientan su experiencia (Juul, 2001), los niños, desde que nacen, son personas completas, sociales, colaborativas y preparadas para la comunicación. En la óptica de una “Nueva Sociología de la infancia” el niño es un sujeto activo en la medida en que influye y está influido por el ambiente en que vive. Sólo a través la escucha y la atención a las necesidades de los niños es posibles pensar a una ciudad más adecuada para ellos y, quizás, de paso, para todos los ciudadanos.
Escuchar los niños significa de hecho dar voz a las exigencias de quienes han estado minusvalorados en el planeamiento de la ciudad, significa replantear una ciudad diversa, fundada sobre lógicas y equilibrios diversos.
La propuesta: cambiar el parámetro
Para intentar frenar el proceso degenerativo que está invirtiendo la ciudad, y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, la propuesta es pedir a los administradores locales, especialmente a los alcaldes, que cambien el parámetro de gobierno de la ciudad, pasando del adulto al niño; este cambio de parámetro implica el vuelco total de las prioridades en las elecciones políticas de una Administración; en resumen, implica la transición de una política en la que los peatones priman sobre los automóviles, con el objetivo principal de volver a capacitar a la ciudad como un todo, con todas las consecuencias sobre la viabilidad, pertenencia, seguridad y sostenibilidad del entorno urbano. Este proceso de reordenación urbana no puede ignorar el consenso de quienes viven en la ciudad, porque este cambio afecta a su modo de vida cotidiano; la participación de los ciudadanos se busca a través del niño, que se considera un agente de cambio, porque aporta nuevas ideas, porque nos obliga a tener en cuenta las necesidades de quienes hasta ahora han sido minusvalorados. Por lo tanto, el niño es invitado a participar, como defiende la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (1989), que en el artículo 12 establece el derecho de los niños a expresar su opinión cada vez que se toman decisiones sobre ellos. El niño también debe recuperar la posesión del entorno urbano, debe recuperar formas de juego y movimiento autónomo en la ciudad.
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